Año del Bicentenario, de la consolidación de nuestra Independencia, y de la conmemoración de las heroicas batallas de Junín y Ayacucho

Aseo y cuidados generales del gato Persa

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Para cuidar apropiadamente a nuestro pequeño gato Persa resulta aconsejable adquirir determinados artículos esenciales antes de su llegada al hogar. Necesitaremos como mínimo y en primer lugar un cajón sanitario que sea algo grande, ya que si su tamaño es excesivamente reducido tal circunstancia supone que nos será preciso adquirir otro mayor en un momento posterior. Estos cajones pueden ser de tipo sencillo y abierto o bien de los denominados cupuliformes que hacen posible retener el mal olor en su interior. También podemos adquirir una cortina apropiada al objeto de que el cajón resulte oculto de forma discreta pero accesible a nuestro gatito. Asimismo necesitaremos contar con una bolsa de arena especial para esparcirla dentro del cajón.

Otro elemento esencial del que debemos disponer es una tablilla de arañe ya que en caso contrario nuestro gato hará jirones nuestro mobiliario. Las tablillas existen en una amplia variedad de estilos, desde las que se fijan a la pared hasta las que se mantienen en posición vertical, las cuales pueden ser de tipos sencillos o bien constituidos por una estructura algo compleja que permite trepar por ellas. Un tercer elemento esencial viene representado por el porta gatos, el cual puede ser de fibra de vidrio o metálico. Aparte constituir un medio de transporte para llevar el gatito al veterinario también se puede utilizar como cama y como punto de confinamiento si tal medida se demuestra necesaria.

Precisaremos asimismo de un cepillo de tipo suave, preferiblemente de cerdas naturales y no de nylon, así como de uno o dos peines. Una vez más tenemos que el nylon no es la mejor elección para un peine debido a que genera electricidad estática y ello provoca un “erizado” del pelo. Uno de los peines ha de ser de dientes anchos mientras que el otro debe ser de tipo mediano o espeso. A medida que el gato vaya creciendo se hará preciso disponer de un cepillo adicional cuyas cerdas sean más rígidas. Señalemos asimismo que aun cuando es posible que no se requiera en un principio, eventualmente aparecerá como necesario el contar con un collar graduable dotado de una chapa de identificación.

Destaquemos también que deberemos adquirir un comedero y un bebedero, de los cuales nos será posible encontrar una amplia variedad en los establecimientos de animales de compañía. Y por último señalemos que nuestro gatito gozará entreteniéndose con algún juguete. A este respecto se puede decir que las pelotas y los modelos de ratones “chilladores” parecen contar con una gran preferencia entre muchos felinos.

Medidas de seguridad

Antes de que el pequeño gato llegue a nuestro hogar deberemos comprobar que no existen riesgos para él. Un balcón abierto, por ejemplo, constituye un peligro obvio, al igual que lo es cualquier cable eléctrico extendido por el suelo y que siempre esté conectado a un enchufe. Una lavadora con la puerta abierta viene a ser un espacio tentador para que un gatito lo elija para echar una cabezada. Extrememos el cuidado con las puertas y ventanas abiertas ya que aparte de la posibilidad de que el gato se escape si se trata de salidas al exterior también existe el riesgo de que se cierren de golpe y quede atrapado entre la hoja y el marco.

Adoptemos unas precauciones extremas cuando el gato se encuentre en la concina y nosotros estemos trabajando en ella. Debe tenerse muy en cuenta que muestran el hábito de estar siempre situados junto a nuestros pies cuando nos damos la vuelta y que si en aquel momento sostenemos con las manos un cazo con agua hirviendo, tal circunstancia puede constituir un riesgo auténtico tanto para nosotros como para el felino. De igual modo nos conviene recordar que nuca debemos dejar una plancha eléctrica en el reposadero de la tabla y salir de la habitación para atender el teléfono ya que podemos estar seguros de que éste será el momento en que nuestro gato decidirá trepar por el cordón que pende y provocará el que le caiga la plancha encima. Todas las chimeneas, ya sean de tipo eléctrico o de llama, deben estar dotadas asimismo de un guardafuego para evitar cualquier accidente.

Si tenemos peces asegurémonos de que la tapa del acuario se halla firmemente fijada para evitar que el gatito la desplace y se caiga dentro del agua. En cuanto a las plantas de interior es mejor que se encuentren fuera de su alcance ya que aparte de la posibilidad de que resulten dañadas también conviene no olvidar que algunas de ellas pueden ser tóxicas, lo cual traería consecuencias si se le ocurriera mordisquear sus hojas. Digamos por último que todo ornamento por el que sintamos cierto aprecio debe colocarse en un punto que sea inaccesible para él.

Elección del punto para dormir

Nuestro pequeño gato se sentirá feliz si le es posible dormir en un lugar que sea acogedor, templado y libre de corrientes de aire. Dicho lugar puede estar representado por una cesta, el cajón de transporte en el que se habrá colocado previamente una manta de tipo suave, una silla o, lo mejor de todo, nuestra cama. Si somos de los que no contemplan con benevolencia el que los gatos duerman sobre nuestras sillas o cualquier otro mueble, entonces el mejor consejo es que nos olvidemos de adquirir uno de ellos.

Si deseamos limitar el número de habitaciones en las que nuestro gato puede dormir, la solución más simple es asegurarse de que las puertas de acceso a las excluidas estén cerradas. Y si permitimos a nuestro gato dormir en nuestra cama, hagámoslo únicamente si es nuestra intención seguir permitiéndoselo cuando ya haya crecido pues en caso contrario obraremos injustamente. Conviene no olvidar que a los pequeños gatos les justa mucho dormir junto a sus dueños y no plantean con ello problema alguno, sino todo lo contrario. De hecho nos divertirán con sus payasadas.

Adiestramiento para la utilización del cajón sanitario

Los gatos son extremadamente limpios y quisquillosos en todos los aspectos que se refieren a sus hábitos personales y a los muy jóvenes resulta muy fácil adiestrarlos para que utilicen el cajón sanitario, siempre y cuando se observen determinadas normas de carácter fundamental. La primera de ellas es que los gatos no les gusta satisfacer sus necesidades fisiológicas en un cajón que esté sucio a consecuencia de deposiciones anteriores. Por consiguiente, asegurémonos de eliminar la materia fecal tan pronto como observemos que el cajón ha sido utilizado y procedamos a desinfectarlo cada pocos días al objeto de evitar que se vuelva maloliente.

El adiestramiento para la utilización del cajón sanitario se consigue con toda sencillez colocando en él cada vez que aparente el deseo de satisfacer sus necesidades fisiológicas. Debe señalarse que tal circunstancia se da cuando se despierta, después de comer y tras haber jugado un poco y una señal de aviso la tenemos en el hecho de que comienza a moverse en círculo o a buscar un rincón mientras maúlla.

Cuando dicha circunstancia ocurra, aproximémonos a él sin asustarlo y transfirámoslo rápidamente al cajón. Después de que esto se haya llevado a cabo en una o dos ocasiones, el gatito ya acudirá a él por decisión propia. El cajón sanitario principal se instala normalmente cerca de la puerta de la cocina y lo que hay que procurar es que esté limpio en todo momento. Si el gatito deambula libremente por el interior de la casa, podemos situar otro cajón en un lugar estratégico. Un extremo importante a tener en cuenta es que nunca deberemos reprenderle se pese a la presencia de los cajones satisface sus necesidades fisiológicas, con carácter ocasional, en otro punto ya que resulta contraproducente. De hecho, esta situación se dará en muy raras ocasiones tratándose de un gatito ya adiestrado en la utilización del cajón sanitario, a menos que se sienta enfermo o sufra diarrea. Debemos recordar, con relación a esta cuestión, que los pequeños gatos pueden controlar sus intestinos sólo durante escasos segundos y que el dominio total llega, al igual que ocurre con los humanos, al alcanzar la madurez.

Adiestramiento general

Los gatos viven en función del momento actual, es decir, no relacionan el pasado con el presente, pero ello no obsta para que se apoyen en aquél a través de su memoria para determinar la forma de proceder en éste. Un ejemplo vendrá a ilustrar este punto. Si llamamos a nuestro gato de compañía para que acuda junto a nosotros y después intentamos castigarle por algo que ha hecho en otro momento, habiendo transcurrido algunos minutos o algunos días, sólo lo relacionará con lo que esté sucediendo en aquel instante.

Se infiere por tanto que cualquier medida disciplinaria impuesta fuera de contexto, es decir, del momento y lugar en que se produjo la transgresión, carecerá por completo de sentido. Por consiguiente, la aplicación de un castigo debe coincidir con el instante en que tuvo lugar la conducta improcedente, ya que en caso contrario las dos cosas no resultarán conectadas en la mente de nuestro Persa. Si nuestro gato está arañando un mueble, gritemos simplemente “no” si no estamos lo suficientemente cerca para evitarlo y cogerlo para llevarlo hasta la tablilla instalada para dicho fin. De inmediato asociará el severo “no” con la acción de arañar el mueble, que es lo que realmente deseamos. Cuando veamos que lo que araña es su tablilla, alabémosle y el dejará constancia en su mente que arañar este objeto particular nos complace. Adiestrar en este ámbito es algo tan simple como lo indicado y sólo presenta dificultades después de que a un gato se le haya permitido adquirir malos hábitos.

Gatos y otros animales de compañía

Los gatos en particular se llevarán bien con otros gatos y animales de compañía si su relación con ellos se inicia a temprana edad. Sin embargo, precisa señalar que en este grupo no pueden incluirse especies que constituyan presas potenciales. Por ello nunca deberemos dejar a un gato solo en compañía de un ratón, un jerbo, un hámster, un pequeño pájaro, conejillos o conejos de Indias. Aun en el caso de que no les causen la muerte, es posible que los magullen o los asusten. Por lo que se refiere a los perros nos convendrá observar de qué forma reaccionan y estar siempre presentes hasta que estemos seguros de que son compatibles.

Cuando se introducen pequeños gatos en un hogar que ya cuenta con un ejemplar adulto, éste puede que se muestre curioso o bien adopte una actitud hostil. Sin embargo, si lo que manifiesta es hostilidad, ésta solamente se traducirá en algún bufido o quizás en rodearles el cuello con una pata pero con las uñas retraídas. Con qué prontitud los aceptará es algo que puede oscilar entre algunas horas y varios meses. Algunos adultos acaban mostrándose muy amistosos con un gatito a medida que éste avanza hacia la madurez, otros en cambio se limitan a tolerarlo sin por ello evidenciar el deseo de confraternizar demasiado. Sea como fuere siempre deberemos prodigar una atención adicional al ejemplar residente al objeto de que nunca sienta celos del que en principio considerará como un intruso.

Aseo

Todos los días, o por lo menos cada dos, el aseo resulta labor esencial si poseemos un Persa o cualquier otro gato de pelo largo. Si al nuestro se le permite salir al exterior, su pelaje acabará enmarañado si no es objeto de un aseo diario. Hierbas, hojas y todo tipo de materias extrañas se adherirán a su cuerpo y se convertirán en fuente de problemas. Aparte de ello conviene destacar que los cortes, las llagas y las hinchazones no son fáciles de detectar en un Persa y pueden por ello escapar a nuestra atención a menos que lo sometamos a un aseo de carácter regular.

Comencemos, por consiguiente, tan pronto como hayamos adquirido nuestro pequeño gato y dicha labor pronto adquirirá el carácter de proceso familiar para él. De hecho, con tal que la llevemos a cabo de forma suave, se transformará en una experiencia agradable.

Comencemos siempre aplicando el cepillo en el mismo sentido del pelo y después en sentido contrario ya que con ello no solo conseguiremos eliminar cualquier materia extraña sino también todo enmarañamiento que pueda haberse formado. A continuación utilicemos el peine de púas anchas y si al deslizarlo tropezamos con un punto enmarañado no debemos tirar de él sino tratar de separar los pelos con ayuda de nuestros dedos y, una vez conseguido este propósito, volver a peinar de nuevo. Repitamos el proceso hasta que todo el pelaje se encuentre ordenado.

Llegados a este punto ya podemos recurrir al peine de púas estrechas para completar el aseo y a tal fin deberemos proceder como en el caso del peine precedente. Finalicemos la labor con un vigoroso cepillado. Adoptemos siempre un especial cuidado cuando peinemos las patas, la cola y la parte inferior de cuerpo ya que se trata de puntos especialmente sensibles y nuestro gato tomará a mal toda presión indebida sobre cualquiera de ellos. Cepillemos y peinemos por último el rostro cuidadosamente y con extrema suavidad.

Al llevar a cabo el aseo aprovechemos la oportunidad para inspeccionar la piel, las orejas, los dientes y el espacio interdigital. En la piel lo que debemos comprobar es si hay presencia de parásitos, como por ejemplo pulgas o piojos, y también cortes y abrasiones. En las almohadillas de las zarpas es preciso que observemos si se aprecian indicios de llagas o heridas o incrustación de algún cuerpo extraño que pueda haber causado un absceso.

Otro aspecto que es necesario tener en cuenta es que cuando sometamos a nuestro Persa a un baño puede resultar aconsejable que esté junto a nosotros otro miembro de la familia para ayudarnos. Asegurémonos, no obstante, de que antes de antes de dicho baño ha sido objeto de un buen aseo ya que en caso contrario se pueden producir enmarañamientos en el pelaje que no podrán deshacerse y será preciso cortar. Cerciorémonos asimismo de que el agua esté sólo tibia, nunca caliente o fría, y aparte evitar que se introduzca champú en las orejas y en los ojos utilicemos únicamente uno que sea especial para gatos.

La secuencia a seguir por lo que al baño respecta es la de remojar primero a fondo el pelaje para después aplicar el champú que extenderemos frotando con las manos, comprobando una vez finalizado el lavado, de que ha sido eliminado en su totalidad mediante un repetido enjuague, ya que en caso contrario podría provocar una irritación de la piel al secarse. En cualquier caso e independientemente de cualquier efecto dermatológico, la presencia de champú seco en el pelaje dará lugar a que éste se vuelva pegajoso y ello se traduzca en un aspecto deslucido en lugar de un lustre sedoso. Finalmente sometamos el  gato a un masaje vigoroso con ayuda de una toalla, dejemos que se seque en un entorno algo cálido y procedamos después a un aseo final para eliminar cualquier enmarañamiento que pudiera haberse formado.

Manejo de gatos

Si tenemos niños, reviste una importancia máxima el que los instruyamos respecto a la forma correcta de manejar y apreciar su nuevo animal de compañía. En primer lugar precisa tener bien presente que la privacidad de un gato es algo que es necesario respetar y a tal fin jamás permitamos que lo despierten mientras está dormido ya que necesita su sueño de igual modo que precisan de él los niños. Tampoco hemos de dejar que jueguen con él de forma excesivamente violenta ni tampoco durante un espacio de tiempo demasiado prolongado. Conviene recordar, con relación a esta cuestión que a los gatos les gusta jugar pero sólo durante períodos cortos. Otro extremo a tener en cuenta es que debemos asegurarnos de que nuestros niños no le colocan bandas elásticas o un cordón en torno al cuello y tampoco hemos de permitir que tiren de un cordel cuando el gatito se encuentra aferrado al otro extremo ya que podría quedar atrapado en sus frágiles dientes y no solo dañarlos sino incluso arrancarle alguno.

La forma correcta de levantar un gato del suelo es situar una mano debajo de su pecho y a continuación la otra en torno al cuello o los hombros para sujetarlo. Tras ello ya lo podemos elevar con firmeza pero suavemente hasta situarlo a la altura de nuestro pecho mientras que la mano que le rodea el cuello nos quedará libre para acariciarlo. Un gato, ya sea pequeño o adulto, nunca debe ser levantado cogiéndolo por sus patas delanteras ni tampoco por la piel de la nuca, y al devolverlo al suelo asegurémonos, si es pequeño, que lo estamos sujetando de modo firme hasta que se encuentre cerca de él ya que si se siente inseguro tratará de saltar y al hacerlo puede arañarnos y al mismo tiempo lesionarse se cae en mala posición.

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