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Complejo arqueológico Mateo Salado

Complejo arqueológico Mateo Salado

El complejo arqueológico Mateo Salado considerado uno de los más importantes de la ciudad de Lima, se encuentra ubicado en el Cercado de Lima, es colindante con los distritos de Pueblo Libre y Breña. Por su extensión (casi 17 hectáreas) y monumentalidad, es uno de los complejos arqueológicos más importantes de la capital, constituyendo, a la vez, una de las máximas expresiones de la arquitectura prehispánica de esta.

Desde julio de 2007, el actual Ministerio de Cultura asumió la recuperación de este complejo arqueológico monumental que durante siglos permaneció en el abandono y sujeto a una paulatina destrucción. Así, mediante trabajos de investigación, conservación y habilitación para visitas, se ha puesto en valor tres de las cinco pirámides que lo conforman:

  • La pirámide A (2007 – 2008)
  • La pirámide B (2008 – 2010)
  • La pirámide E (2012 – 2014)

La inversión realizada en ello ha sido de cuatro millones de soles íntegramente asumidos por el Estado, y sus excelentes resultados, aunados al programa de gestión hacia la comunidad que se lleva a cabo allí, han convertido al complejo arqueológico Mateo Salado en un modelo de recuperación del patrimonio arqueológico por el Estado Peruano a través del Ministerio de Cultura.

El complejo arqueológico Mateo Salado abrió sus puertas al público el 2014, atendiendo de miércoles a domingo de 9 am a 4 pm.

Origen del nombre

El complejo arqueológico Mateo Salado debe su nombre al francés Matheus Salade (castellanizado como «Mateo Salado»), quien huyendo de la persecución religiosa en Europa se refugió allí hasta que fue aprehendido por la Inquisición, acusado de hereje y ejecutado en la hoguera el año 1573, en lo que fue el primer acto de fe realizado en Lima.

El nombre original del complejo arqueológico es todavía materia de estudio. En el siglo XVI, indígenas de Maranga, Huadca, Lima, Pacán y Amancaes fueron agrupados en el pueblo de Santa María Magdalena de Chacalea (actual centro histórico de Pueblo Libre), a un kilómetro al sur del complejo arqueológico Mateo Salado. En las primeras décadas del siglo XX, investigadores como Pedro Villar Córdova retomaron con ciertas modificaciones el nombre del pueblo de indígenas y lo aplicaron al complejo arqueológico, denominándolo «Chayacala», «Chayacalca» o «Chayacalta». Por lo tanto, es todavía un nombre arbitrario.

Ecosistemas, flora y fauna

Mateo Salado es un relicto paisajístico y ecológico en medio de la ciudad de Lima. Los ecosistemas que funcionaban de manera económicamente interrelacionada en los tiempos de su apogeo eran los de lomas, llanura agrícola, playa (pesca y marisqueo) y humedales. La mayoría de estos han venido sucumbiendo al creciente desarrollo urbano que atraviesa la ciudad de Lima desde la década de los años 50.

En lo que hoy son los distritos de Pueblo Libre, Breña y el Cercado de Lima, encontrábamos arboles de molle, lucuma, pacae y huarango dispersos por los campos de cultivo, y un copioso monte ribereño con totora, cana brava y carrizo. Hoy se pueden ver dentro del complejo arqueológico Mateo Salado algunos pacaes y arbustos de huaranguillo como parte de la flora endémica.

Convivían de forma doméstica, y eran parte de la alimentación de los Ychsma, camélidos como la llama o la alpaca, y roedores como los cuyes. La fauna silvestre que hasta ahora perdura en el sitio es el Geko de las Huacas (lagartijita limeña en extinción), la serpiente ciega, y aves como los chorlitos y los huerequeques.

Las 5 pirámides

El complejo arqueológico Mateo Salado está constituido por cinco pirámides escalonadas truncas y otras estructuras menores, todas ellas construidas en tapia. Estas son:

  • Pirámide A: Es la pirámide mayor del complejo arqueológico Mateo Salado y habría sido su templo principal. Mide 150 metros de largo (norte-sur), 182 metros de ancho (este-oeste) y alcanza 18 metros de altura. Su entrada principal se encuentra en el frontis norte, a la que llega una rampa o escalera que permitía subir desde la extensa plaza principal del sitio. En la cima se observan una serie de amplios patios, caracterizados por tener, en dos de sus lados, escalinatas que ascendían a plataformas.
  • Pirámide B: Es la segunda en tamaño del complejo arqueológico e, hipotéticamente, pudo haber sido el palacio principal de este. Se trata de un conjunto integrado por un edificio mayor (el sector A) y otro menor (sector B) entre los cuales hay una serie de recintos a desnivel (sector C) y extensos patios en el extremo norte (sector D). Mide 138 metros de largo por 146 metros de ancho, con una elevación de 12 metros en el sector A. Posee estructuras y espacios sumamente particulares, como una gran escalinata monumental, una plaza con una suerte de trono (al que denominamos «podio de control») y un recinto con un pozo ceremonial para rituales de libación.
  • Pirámide C: Presenta una planta cuadrangular de 90 metros por lado y alcanza los 9 metros de altura. Todavía no ha sido sujeta a excavaciones arqueológicas, por lo que no puede determinarse su función. Al igual que la pirámide A, esta pirámide tiene una serie de grandes recintos que ascienden escalonadamente de norte a sur. De este modo, el edificio se orienta hacia los cerros del lado norte de Lima, como también ocurre con la mayor parte de sectores de la Pirámide B.
  • Pirámide D: Mide 92 metros de largo por 80 de ancho y unos 7 metros de alto. Es una de las dos pirámides extramuros de Mateo Salado, pero se desconoce su función ya que aún no ha sido sujeta a excavaciones arqueológicas. A diferencia de las pirámides intramuros, que dan frente a los cerros al norte de Lima, la pirámide D y la pirámide E se orientan hacia el mar.
  • Pirámide E: Tiene una planta cuadrangular de unos 50 metros de lado y llega a los 7 metros de alto. Es la segunda pirámide extramuros de Mateo Salado y, al igual que la D, se orienta en dirección al mar. Habría sido un pequeño templo Ychsma durante fines del Intermedio Tardío, que fue luego reutilizado como un cementerio Ychsma-Inca. Se ha recuperado restos de 53 entierros de este último periodo, de los cuales sólo nueve se habían salvado de ser huaqueados. Entre estos destaca un gran fardo con falsa cabeza. Ya a fines del siglo XIX, en esta misma pirámide fue enterrado un individuo siguiendo rituales mortuorios típicos de los inmigrantes chinos que trabajaban entonces en las haciendas de la costa peruana.

Caminos amurallados y murallas de Mateo Salado

En tiempos prehispánicos, una vasta red de caminos, conocida en quechua como «Qhapaq Ñan» (Gran Camino), llegaba hasta puntos muy remotos de los actuales Ecuador, Colombia, Argentina y Chile. Ciertos tramos de estas rutas fueron construidos en tiempos anteriores a los incas, sin embargo fueron ellos quienes los interconectaron y extendieron de una manera impresionante. Uno de los ramales del camino de la costa que provenía desde el norte, ingresaba directamente a Mateo Salado, cruzaba el complejo y luego continuaba hacia Maranga. Este camino parece haber tenido también ramales menores que ingresaban a los edificios, como uno que parece derivarse hacia la pirámide B, pasando por el frente de la pirámide A.

Además de estos caminos amurallados existían murallas propiamente dichas, es decir muros muy altos (5 m. de altura) que cercaban los edificios y plazas de Mateo Salado. Es así que hoy en día se pueden observar los restos de una muralla que colinda con las avenidas Tingo María y Mariano Cornejo y que debió cercar todo el complejo.

Historia

Complejo arqueológico Mateo SaladoEl complejo arqueológico Mateo Salado tiene una larga historia de convivencia con su entorno, la cual empieza alrededor del año 1100 d.c. (Intermedio Tardío), cuando el Señorío de los Ychsma inicio la ocupación del lugar. Todavía se investiga al respecto, pero es muy probable que otras poblaciones o grupos más antiguos hayan habitado esta zona antes que los Ychsma.

Los incas llegaron a ocupar el complejo en el año 1450 d.c. y, según los arqueólogos que trabajan hoy en el sitio, es posible que a su llegada las dos pirámides principales (A y B) de Mateo Salado ya estuvieran abandonadas. Sin embargo, mantenían su antiguo prestigio, razón que motivo a los cusqueños a dejar ofrendas en dichos edificios como señal de respeto.

La presencia de este grupo en Mateo Salado no fue tan larga debido a la conquista del Tahuantinsuyo por los españoles. Desde su llegada, estos realizaron saqueos en muchas huacas buscando oro. En Mateo Salado existen evidencias de inmensos «huaqueos» realizados en la época colonial en las cimas de las pirámides A y B.

Durante el Virreinato e inicios de la Republica, el entorno de la zona arqueológica se cultivó de manera más intensiva, propiciando la proliferación de haciendas como Chacra Ríos y Ascona. Desde fines del s. XIX hasta mediados del s. XX se instalaron aquí compañías ladrilleras que desviaron acequias para anegar las pirámides y que provocaron el derrumbe de sus muros con el fin de reutilizarlos como material para elaborar ladrillos. Estas compañías ocasionaron danos muy graves en el sitio. Al terminar el gobierno militar de Juan Velasco Alvarado y por el vertiginoso desarrollo urbano, de las mencionadas haciendas hoy solo queda en Mateo Salado una casa campestre y dos parcelas donde se cultivan hermosas rosas, cuyo regado lamentablemente pone en riesgo las estructuras de las pirámides. Igualmente, el crecimiento urbano y la falta de protección al sitio motivaron que muchos usaran el complejo arqueológico como vivienda, contribuyendo así a acelerar su deterioro. Todos estos eventos son parte de la historia del complejo arqueológico Mateo Salado, razón por la cual las excavaciones más recientes han permitido descubrir evidencia material no solo de las ocupaciones prehispánicas, sino de hechos posteriores que fueron destruyendo la zona arqueológica.

Arquitectura

El valor más importante del complejo arqueológico Mateo Salado es su impresionante arquitectura. El complejo está conformado por cinco estructuras piramidales truncas y escalonadas (A-B-C-D-E), con anchas rampas de acceso y escalinatas que llevan a extensas terrazas, recintos, plazas centrales, zonas de depósitos y pasadizos por donde, en algunos casos, solo se puede transitar en filas de a uno – muy probablemente debido a que el comportamiento corporal en espacios sagrados o importantes involucran silencio y energía concentrada. Uno de estos corredores es un camino amurallado inca que atraviesa el complejo y conduce al complejo arqueológico de Maranga.

La construcción

Las edificaciones del complejo arqueológico Mateo Salado son sólidas, por lo que solo las cimas y superficies fueron usadas como espacios arquitectónicos. Se usó tierra humedecida y apisona-da en largos moldes (técnica conocida como «tapial») para construir muros y cantos rodados como rellenos arquitectónicos, y las esteras y troncos de lúcumo y huarango para techar. Muchos muros estuvieron pintados de amarillo, ocre y blanco. Otros tenían relieves con aves marinas como los pelicanos. Los Ychsma obtuvieron estos colores de tintes minerales y arcillas como la limonita.

Atención al público visitante

El complejo arqueológico monumental Mateo Salado atiende de miércoles a domingo de 9 am a 4 pm.

Los costos por ingreso incluyen el guiado y son los siguientes:

  • Adultos: 10 soles
  • Docentes y estudiantes de educación superior: 5 soles
    Escolares y menores de 12 años: 1 sol.
  • Militares, docentes y adultos mayores de 60 años: 50% de descuento.
  • CONADIS: 50% de descuento sobre el valor de la entrada que le corresponda.

Los grupos mayores a 25 personas deberán hacer una reserva a los teléfonos 6189393 – anexo 1060 o 3215624 (directo). También pueden hacer reservas y solicitar mayores informes al correo electrónico [email protected]

Atención para eventos privados

Las pirámides monumentales del complejo arqueológico Mateo Salado dan un marco insuperable para eventos corporativos privados, que es aún más destacable con la iluminación nocturna del complejo arqueológico.

Si usted está interesado en realizar un evento de este tipo, puede contáctarse con el correo [email protected] para informes sobre procedimientos y tarifas. Se recomienda que las consultas y reservaciones de fechas sean hechas con una anticipación mínima de 40 días.

Mapa: Complejo arqueológico Mateo Salado

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