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Diarrea en perros

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La diarrea es una alteración en el flujo de materia fecal a través del tracto digestivo. Las heces fluyen rápidamente, son suaves y acuosas, y hay una reducida absorción de agua, nutrientes y electrolitos.

La diarrea en perros puede ser aguda o crónica, dependiendo de sus causas. Cuando es aguda, aparece repentinamente, puede ser muy severa y también desaparece con rapidez. Cuando es aguda, es más leve pero persiste durante mucho tiempo si no es tratada.

Los cuatro tipos de diarrea son:

  1. Osmótica. El exceso de sustancias no absorbibles en el intestino impide que los líquidos puedan ser absorbidos.
  2. Secretora. La secreción exagerada de iones reduce la capacidad de absorción de líquidos y nutrientes del intestino.
  3. Exudativa. Daños en la mucosa intestinal aumentan su permeabilidad, aumentando también los fluidos y las proteínas dentro del intestino. Estos daños pueden ser inflamaciones o úlceras causadas por cuerpos extraños, infecciones bacterianas, infecciones virales, parásitos, venenos, fármacos o problemas autoinmunes.
  4. Por motilidad intestinal anormal. Los movimientos digestivos del intestino se hacen más rápidos que lo normal (hipermotilidad), haciendo que los alimentos pasen con mayor velocidad y no se puedan absorber bien ni los nutrientes ni el agua.

Síntomas

La diarrea no es en realidad una enfermedad en sí misma, sino un síntoma común a muchas enfermedades. Sin embargo, debido al malestar que genera y a la deshidratación que produce, debe ser tratada con prontitud para evitar que provoque otros daños mayores. Por eso, es importante reconocer las señales de diarrea en los perros a tiempo.

Estas señales son:

  • Heces acuosas, suaves y sin forma definida.
  • Heces suaves o pastosas con sangre fresca (rojo brillante).
  • Heces suaves o pastosas con sangre digerida (rojo oscuro).
  • Heces suaves con mucosidad.
  • Sangre o mucosidad en los pelos o la piel alrededor del ano.
  • Aumento en el volumen o en la frecuencia de la defecación.
  • Urgencia para defecar.
  • Defecación en lugares inadecuados o poco comunes (especialmente en perros que han sido educados para ir al baño, pero que no pueden aguantar).
  • Vómitos.
  • Dolor abdominal.
  • Depresión y letargo.
  • Deshidratación.
  • Debilidad.
  • Pérdida de peso.
  • Pérdida de apetito.
  • Sonidos en el estómago.
  • Flatulencia.

Causas y factores de riesgo

Las principales causas de diarrea aguda en perros son:

  • Ingesta de sustancias tóxicas (metales pesados, organofosforados, medicamentos para humanos, plantas venenosas, detergentes, pegamentos, pinturas, etc.).
  • Gastritis canina.
  • Ingesta de alimentos en mal estado o material no digerible.
  • Cambios abruptos en la alimentación del perro.
  • Enfermedades metabólicas (enfermedad de Addison, enfermedades renales, enfermedades hepáticas, pancreatitis).
  • Obstrucción del intestino por cuerpos extraños.
  • Infecciones virales (parvovirus, coronavirus, rotavirus y moquillo).
  • Infecciones bacterianas (Salmonella, Campylobacter, Clostridum, Escherichia coli, etc.)
  • Estrés extremo (viajes, cambio de hogar, muerte de familiares humanos o caninos, nacimiento de un bebé, llegada de una nueva mascota, etc.).
  • Infección por hongos.

Las causas más frecuentes de diarrea crónica en perros son:

  • Alergia a la comida.
  • Cambios en la dieta.
  • Enfermedad renal.
  • Enfermedad hepática.
  • Síndrome de colon irritable.
  • Cáncer.
  • Infecciones bacterianas, virales y por hongos.
  • Parásitos internos.
  • Úlceras gástricas.
  • Úlceras intestinales.
  • Pólipos rectales.
  • Pancreatitis.
  • Estrés extremo.

Los perros más propensos a sufrir diarrea son:

  • Cachorros.
  • Perros con sistema inmunológico deprimido.
  • Perros alimentados con alimentos crudos.
  • Perros que viven en ambientes hacinados y con pobre higiene.
  • Perros que vagan libremente por las calles.
  • Perros que están de viaje.

Diagnóstico

El diagnóstico veterinario se basa en la historia del perro, la dieta que lleva, su estado de vacunación y las circunstancias bajo las que apareció la diarrea. El examen físico incluirá una examinación rectal y muy probablemente un análisis de heces para ver si existen parásitos internos o bacterias.

Cuando el veterinario lo considere pertinente, solicitará también:

  • Análisis de sangre y orina.
  • Análisis para detectar pancreatitis, insuficiencia pancreática, tiroxina y enfermedad de Addison.
  • Estudios hormonales y de bilis en sangre.
  • Radiografías y/o ecografías abdominales.
  • Biopsia.

Todo esto no es para diagnosticar la diarrea, que es evidente, sino para detectar las causas subyacentes que deben ser tratadas.

Tratamiento

En la mayoría de los casos de diarrea aguda, el tratamiento consiste en permitirle al intestino descansar para bajar la inflamación. Esto se consigue reduciendo la cantidad de alimento que se le da al perro durante algunos días, y dándole una dieta blanda con poca grasa (pollo deshuesado hervido con arroz, hamburguesa hervida con arroz, pasta hervida, etc.). Esta dieta debe mantenerse hasta unos cuatro días después que el perro se ha recuperado y luego se debe reintroducir la dieta normal de forma gradual.

Es necesario que el perro tenga agua fresca disponible todo el tiempo para evitar que se deshidrate por la diarrea. En algunos casos se pueden administrar sales de rehidratación, pero eso solamente los debe recetar el profesional veterinario a cargo, aun cuando estas sales son de venta libre.

El tratamiento para perros que presentan diarreas más complicadas, persistentes, crónicas o con otros síntomas asociados (vómitos, fiebre, depresión, sangre en las heces, etc.) es variable y lo debe indicar el veterinario después de haber evaluado al perro enfermo.

El pronóstico suele ser excelente para los perros con diarrea aguda. Para los perros con diarrea crónica, el pronóstico dependerá de la causa de la diarrea y del estado de salud general del animal.

Prevención

Para prevenir las diarreas en nuestro perro, hay que:

  • Mantener al día las vacunas del perro.
  • Evitar que el perro coma de la basura.
  • No alimentarlo con los restos de nuestras comidas.
  • Brindarle una dieta saludable.
  • No estresarlo sin necesidad.
  • Mantener la higiene.
  • No dejar al alcance del perro sustancias tóxicas, como medicamentos y detergentes, que pueden causarle daños gástricos.

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