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Guerra peruano-ecuatoriana 1858-1860

Guerra peruano-ecuatoriana 1858-1860

La guerra peruano-ecuatoriana 1858-1860 fue un enfrentamiento bélico entre la República Peruana y la República del Ecuador. Comenzó el 26 de octubre de 1858, cuando la Marina de Guerra del Perú bloqueó la costa ecuatoriana y finalizó el 25 de enero de 1860, con la suscripción del Tratado de Mapasingue. otros enfrentamiento con Ecuador son el conflicto limítrofe denominado como «Falso Paquisha» o «Paquisha» de 1981, la Guerra peruano-ecuatoriana de 1941 y la Guerra del Cenepa de 1995.

Crisis diplomática y declaratoria de guerra

El ministro peruano Cavero pidió al gobierno de Ecuador la suspensión del convenio con los ingleses y la celebración de un tratado de límites peruano-ecuatoriano a plazo fijo, para zanjar de una vez el asunto limítrofe, cuya solución se había venido postergando irresponsablemente. Ecuador aceptó en lo concerniente al tratado y anunció que enviaría una delegación a Lima, pero se negó tajantemente a suspender el arreglo con los ingleses.

Cavero trató de agotar todas las medidas conciliatorias posibles, aunque en algunas ocasiones se extralimitó en sus declaraciones. El ministro de relaciones exteriores de Ecuador, doctor Mata, hizo también unas declaraciones imprudentes, que complicaron más la situación. Hay que señalar también que la acción diplomática peruana contra la concesión de tierras a extranjeros fue apoyada por Colombia, Chile y Estados Unidos.

Agravó más el conflicto la llegada a Quito de un ejemplar de la Gaceta Oficial de Bogotá, en la cual se publicaba un comunicado del cónsul granadino en Quito, donde éste revelaba que Cavero le había anunciado que el Perú ocuparía a Guayaquil para obligar a Ecuador a llegar un arreglo. El gobierno ecuatoriano pidió explicaciones a Cavero por dicho comunicado. Cavero no dio explicaciones y el gobierno ecuatoriano le entregó su pasaporte el mes de julio de 1858. Cavero volvió a Lima el 5 de agosto de 1858. En el mismo mes, el Perú exigió la restitución de Cavero para proseguir cualquier negociación. Rechazada esta exigencia en septiembre de 1858, el gobierno peruano envió un ultimátum el 1 de octubre de 1858 para que se reconociese a Cavero, pero Francisco Robles lo rechazó.

El representante de Ecuador en Lima recibió también sus pasaportes. Ramón Castilla aseguró que él no quería la guerra con Ecuador, sino simplemente la caída de Robles y de Urbina. En Ecuador la oposición a estos dos políticos era también violenta, encabezada por Gabriel García Moreno y Pedro Moncayo.

Por ley del 26 de octubre de 1858 el Congreso peruano autorizó al gobierno de Castilla a emplear toda medida, inclusive la guerra, para obtener satisfacciones de parte del Ecuador. En virtud de dicha autorización, Castilla ordenó el bloqueo pacífico de toda la costa ecuatoriana.

Causas del conflicto

En una circular a los diversos cuerpos diplomáticos y consulares, la Cancillería peruana señaló como causas del conflicto las siguientes:

  1. La cesión hecha por el Ecuador a sus acreedores ingleses de terrenos pertenecientes al Perú
  2. Las injurias oficiales contra el Gobierno y el pueblo peruano y los atropellos, vejaciones y hostilidades de que fueron víctimas muchos connacionales
  3. El apoyo a los insurrectos de este país
  4. El conflicto suscitado alrededor del ministro Cavero

Bloqueo peruano de la costa ecuatoriana

Una escuadra de la Marina de Guerra del Perú, con 5000 hombres a bordo, bajo el mando del vicealmirante Ignacio Mariátegui y Tellería, bloqueó la costa ecuatoriana, afectando, principalmente, a Guayaquil, que estaba al mando del general ecuatoriano Guillermo Franco. Un incidente ocurrido en este puerto, llevó a Mariátegui a declarar rotas las hostilidades el 12 de agosto de 1859, pero el presidente Castilla dejó sin efecto esa declaratoria, el día 26.

Gracias a la mediación del ministro español en Guayaquil, el vicealmirante Mariátegui acordó un armisticio con el jefe de dicha plaza, general Franco, el 20 de agosto de 1859. El ejército ecuatoriano se comprometió a no ocupar Guayaquil, que tampoco sería ocupado por las tropas peruanas. Los guayaquileños quedaron en libertad para establecer un gobierno provisional. El bloqueo de Guayaquil, que había empezado a afectar seriamente los suministros alimenticios de dicho puerto, fue suspendido por 15 días, lo que fue celebrado estruendosamente por los lugareños. Finalmente, Castilla decretó la suspensión indefinida del bloqueo de Guayaquil el 31 de agosto, y de toda la costa ecuatoriana, el 28 de septiembre.

Guerra civil ecuatoriana

Mientras que la costa ecuatoriana era sometida a un bloqueo pacífico por parte de la flota peruana, en el Ecuador se desataba la anarquía y la guerra civil.

El caudillo ecuatoriano Gabriel García Moreno se alzó contra el presidente Robles, y no dudó en buscar el apoyo del presidente peruano Castilla, con quien se entrevistó en Lima, el 20 de junio de 1859. Castilla le ofreció apoyo decidido, que se materializó en armas, dinero y otros auxilios. García Moreno envió un manifiesto a Ecuador diciendo:

«El ejército y la escuadra del Perú son vuestros auxiliadores, no vuestros enemigos, y a la patria no le quedan más adversarios que los malvados que la tiranizan y los forajidos que intentan defenderlos».

En Quito se instauró el gobierno de un Triunvirato, presidido por el mismo García Moreno. Mientras que en la provincia de Guayas se hizo del poder el general Guillermo Franco, que expulsó a Robles y Urbina, e instaló un gobierno títere en Cuenca. De otro lado, Loja adoptó la forma federal de gobierno, por su cuenta y nombró su propio presidente.

El 17 de agosto tanto Franco como García Moreno decidieron realizar elecciones en Guayas, para ver a quién le quedaría el poder. Las votaciones a favor del uno y del otro se equilibraron. Entonces García Moreno se dirigió a Paita para reunirse nuevamente con Castilla, en donde ocurrió la ruptura entre ambos, al darse cuenta García Moreno que Castilla también se reunía con un representante de Franco.

Quedaron finalmente enfrentados Franco en Guayaquil y García Moreno en Quito.

Negociaciones entre Castilla y Franco

Ramón Castilla invitó al Jefe Supremo de Guayas, general Guillermo Franco, a conferenciar a bordo del buque de guerra Amazonas. Allí acordaron suspender las operaciones de guerra y convocar a los cuatro gobiernos del Ecuador establecidos durante su guerra civil, para elegir un gobierno general, que se entendiera con Castilla y firmara la paz.

El 1 de enero de 1860 se verificó en Guayaquil la reunión de los ocho representantes de los cuatro gobiernos. Acordaron estos autorizar al general Guillermo Franco para reunirse con el mariscal Ramón Castilla, sin alterar en forma alguna los límites de los dos países. Pero Franco rechazó aceptar condiciones y el 3 de enero ordenó arrestar a los representantes de Quito y luego los expulsó. Con ello quedó declarada la guerra entre Quito, gobernado por García Moreno y Guayaquil, gobernado por Guillermo Franco.

El presidente peruano se entendió, pues, con la facción ecuatoriana entonces más importante, la que encabezaba el general Guillermo Franco, que había establecido un gobierno de facto en Guayaquil, que dominaba gran parte de la costa ecuatoriana. Castilla solicitó a Franco que se le dieran cuarteles en la misma Guayaquil, pedido que le fue concedido, en la parte norte de la ciudad. Fue así como el ejército peruano entró en Guayaquil, el 7 de enero de 1860.

Tratado de Mapasingue

Los representantes de Castilla y Franco, señores Manuel Morales y Nicolás Estrada respectivamente, suscribieron el Tratado de Mapasingue, el 25 de enero de 1860, en la pequeña localidad del mismo nombre. Bajo los términos de este tratado, se restablecieron las buenas relaciones entre ambas repúblicas; asimismo, el Ecuador declaró nula la venta de territorios peruanos a los acreedores británicos, reconoció la validez de la Real Cédula de 1802 y el uti possidetis de 1810 y sobre la base de ello convino en demarcar sus límites, comprometiéndose a integrar una comisión bipartita con el Perú; se reservó también su derecho a comprobar sus títulos sobre los territorios de Quijos y Canelos dentro del plazo de dos años, pasados los cuales, si no llegaba a presentar la documentación que contradijese a la del Perú, caducaría su acción.

El Perú no cobró gastos de campaña y más bien, en agradecimiento de las atenciones recibidas en Guayaquil, Castilla regaló uniformes, calzados y fusiles a las tropas ecuatorianas, que las carecían. Rechazó sin embargo, la solicitud que le hizo Franco para combatir juntos a García Moreno.

Firmada la paz, el presidente peruano Castilla se retiró de Guayaquil tranquilamente, y arribó con su flota al Callao el 19 de febrero de 1860. Al entrar a Lima, fue silbado por la población. La guerra nunca contó con el apoyo de la ciudadanía peruana, mayoritariamente pacifista y contraria al derroche desplegado en una campaña de tal envergadura. En cambio, los habitantes de Guayaquil quedaron complacidos con la visita del ejército peruano, pues ello había movilizado enormemente el tráfico comercial en el Guayas.

Consecuencias de la guerra

La guerra peruano-ecuatoriana 1858-1860 culminó sin grandes encuentros bélicos, ya que al Perú solo le bastó desplegar su poderío para obtener las satisfacciones de parte de Ecuador. Sin embargo, a menos de dos años de la firma del Tratado de Mapasingue, el general Franco fue derrotado por el general Juan José Flores, al servicio del presidente Gabriel García Moreno (con sede en Quito), y el gobierno ecuatoriano procedió a desaprobar el tratado, ratificando solo lo concerniente a la derogación del convenio con los británicos (1860). Por su parte, el Congreso peruano, ya en el gobierno de Miguel de San Román, también desaprobó el tratado (1863).

Para Ecuador, el Tratado de Mapasingue tuvo una inmensa repercusión, pues, pese a su derogatoria, sentó un precedente muy grave: en su artículo VI quedaba aceptado de plano la rectificación de los límites con el Perú en la región amazónica, diciendo a la letra:

Artículo VI. Los gobiernos del Ecuador y del Perú rectificarán los límites de sus respectivos territorios, nombrando dentro del término de dos años, contados desde ratificación y canje del presente tratado, una comisión mixta que, con arreglo a las observaciones que hiciere y a los comprobantes que se le presenten por ambas partes, señale los límites de las dos repúblicas.

Entre tanto éstas aceptan por tales límites los que emanan del uti possidetis, reconocido en el artículo 5° del tratado del 22 de septiembre de 1829 entre Colombia y Perú, y que tenían los antiguos Virreinatos del Perú y Santa Fe, conforme a la Real Cédula de 15 de julio de 1802.

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