Año del Bicentenario, de la consolidación de nuestra Independencia, y de la conmemoración de las heroicas batallas de Junín y Ayacucho

San Francisco Solano

San Francisco Solano

  • Nombre: Francisco Sánchez Solano Jiménez
  • Nacimiento: 10 de marzo de 1549 Montilla, Córdoba
  • Fallecimiento: 14 de julio de 1610 Lima, Virreinato del Perú
  • Padres: Mateo Sánchez Solano y de Ana Jiménez
  • Hermanos: Diego Sánchez Solano Jiménez e Inés Sánchez Solano Jiménez

San Francisco Solano fue un fraile y sacerdote franciscano español, que misionó por el Perú, donde residió por 20 años hasta su muerte, predicando el cristianismo a los aborígenes.

Biografía

San Francisco Solano también llamado «el Taumaturgo del Nuevo Mundo», por la cantidad de prodigios y milagros que se le atribuyen. Creció en el seno de una familia cristiana llevando su educación con los sacerdotes de la Compañía de Jesús o también llamados jesuitas. Desde muy joven se animó a seguir el camino de Dios, es por eso que ingresa a estudiar teología y filosofía en un convento en la ciudad de Sevilla.

Para el año 1576 San Francisco Solano ya era sacerdote y su anhelo era ser destinado a servir como misionero en África, pero no pudo acceder a esta misión, pues debió visitar a su madre que corría peligro de muerte a causa de una epidemia. Fue aquí donde Francisco empezó a realizar una serie de sanaciones y su fama de milagroso empezó a recorrer España. También es muy conocido por su afinidad y gran cariño por los animales, al punto de no temer por su vida si se encontraba con animales salvajes como serpientes.

El más grande deseo de San Francisco Solano fue cumplido cuando en 1589 es enviado como misionero a Sudamérica para extender la religión y formar allí comunidades franciscanas, es así como haciendo un peligroso recorrido llegó hasta los poblados de Tucumán, Chaco paraguayo y Uruguay. San Francisco Solano tenía también el don de poder hablar varios idiomas y hasta pudo aprender el idioma nativo con el cual se comunicaba con los indígenas de la zona. Fue así como logró llevar la palabra de Dios hasta Argentina.

Para 1595 San Francisco Solano es llamado por los superiores de la orden que vivían en Lima y fue nombrado Guardián del Convento de la Recolección. Ya estando en Lima su forma de vida no cambia y pasa gran parte de su tiempo ayudando a los más desvalidos dejando hasta de comer por darle a los demás. Se dice también que fue una persona muy simple, se olvidó de detalles y nunca necesitó de riquezas.

Fue San Francisco Solano quien instauró en Lima la orden de los franciscanos y dedicó muchos años de su vida a evangelizar, congregando un buen número de personas en la plaza mayor que lo seguían a todo lugar.

Últimos años de su vida

En octubre de 1605, San Francisco Solano pasó a la enfermería del convento. Postrado y gravemente enfermo del estómago, apenas si podía salir a predicar y a visitar a los enfermos. Procuraba asistir a la comida en el refectorio junto con los demás frailes, pero comía muy poco, tan sólo unas hierbas cocidas. Además, seguía excediéndose en sus penitencias y no miraba por su delicada salud.

Cuando se levantaba, le gustaba dar paseos por el claustro del convento y rezar ante los cuadros de la vida de San Francisco de Asís. En el aula de teología, pasaba muchas horas ante un cuadro que había de San Buenaventura, a quien tenía gran devoción.

En octubre de 1609, hubo un terremoto en la ciudad de Lima. La primera sacudida fue de noche, pero después se produjeron hasta 14 nuevos temblores de tierra. Cuentan que el agua se derramaba de las fuentes y que las campanas tocaban solas. Las iglesias se llenaron de gente. San Francisco Solano salió a predicar, aunque apenas si podía tenerse en pie.

Durante su última enfermedad, le trataron cuatro médicos. San Francisco Solano era poco más que un esqueleto viviente. Tenía mucha fiebre y fortísimos dolores de estómago. Finalmente murió el 14 de junio de 1610, día de San Buenaventura. Dicen que ese día los pájaros se despidieron de él cantando junto a la ventana de su celda desde por la mañana temprano. Murió a las once y tres cuartos de la mañana. Ese mismo día y a la misma hora se produjo un extraño toque de campanas en el convento de Loreto.

Post-Mortem

El cuerpo de San Francisco Solano fue trasladado al oratorio de la enfermería, donde acudió gran cantidad de gente a venerarlo. Allí mismo fue retratado por dos pintores. A su entierro asistieron unas 5.000 personas.

Tan sólo 15 días después de su muerte, se abrió su proceso de canonización. Las gestiones comenzaron en Lima, donde hubo 500 testigos, y después continuaron en otras ciudades del Perú, en el Tucumán y en España. San Francisco Solano fue canonizado el 27 de diciembre de 1726.

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