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Guerra civil peruana de 1865

La guerra civil peruana de 1865, también conocida como la Revolución Restauradora de 1865, fue un conflicto que libraron las fuerzas revolucionarias o restauradoras encabezadas por el coronel Mariano Ignacio Prado contra el gobierno del presidente Juan Antonio Pezet, debido a la debilidad que, aparentemente, demostró este gobernante para solucionar la crisis ocasionada por la Escuadra Española del Pacífico, la misma que había ocupado las islas Chincha, como prenda para exigir satisfacciones por supuestos agravios inferidos a súbditos españoles.

Estallido de la Revolución

El 28 de febrero de 1865, el coronel Mariano Ignacio Prado, que era entonces prefecto de Arequipa, inició allí una revolución nacionalista. Esta revolución adoptó el nombre de «restauradora» y sus fuerzas, el «Ejército Restaurador».

Prado marchó hacia el Cusco y a Ayacucho a fin de dominar todo el sur peruano, preparándose así para la toma de la capital, Lima. Simultáneamente, en Chiclayo (norte del Perú), se sublevó el coronel José Balta, convergiendo igualmente su movimiento revolucionario hacia Lima.

Desarrollo de la campaña

El 25 de abril de 1865, Prado se proclamó Jefe Supremo Provisorio. Pero los demás revolucionarios invocaron el respeto a la constitucionalidad y por eso pidieron al segundo vicepresidente del gobierno de Pezet, general Pedro Diez Canseco, que asumiera la presidencia. Éste aceptó, y desde Ayacucho, Prado se vio obligado a reconocer su autoridad, entregándole el mando del «Ejército Restaurador», el día 24 de junio.

A fines de setiembre de ese mismo año se reunieron en Chincha (sur de Lima) los dos ejércitos revolucionarios, el de José Balta y el de Mariano Ignacio Prado, que sumaban en total 10.000 hombres. Allí recibieron el apoyo del gobierno de Chile, porque esta nación ya se encontraba en guerra contra España, a raíz de un pliego de reclamos presentado por el almirante español José Manuel Pareja al gobierno de Chile por supuestos agravios inferidos a España. El gobierno chileno contestó declarando la guerra el 24 de setiembre, y para aunar esfuerzos con los peruanos, envió al campamento revolucionario a Benjamín Vicuña Mackenna como su representante.

Caída de Lima

El 22 de octubre, el «Ejército Restaurador» marchó sobre Lima desde el sur. El día 27 llegó a Chilca y luego a Lurín, donde acamparon, preparándose para la entrada a la capital.

Al mando del general Pedro Diez Canseco, las fuerzas restauradoras empezaron a ingresar a la capital en la madrugada del 6 de noviembre de 1865, burlando a las tropas gobiernistas que vigilaban los contornos de la ciudad. Esta entrada se dio por la Puerta de Juan Simón, que fue abierta tras pequeña resistencia. El populacho se unió a los revolucionarios y el Palacio de Gobierno fue atacado. Tras seis horas de lucha, la resistencia en Palacio fue vencida, siendo sometido este local al incendio y al pillaje, perdiéndose importantes archivos que se remontaban a la época colonial. Entre los defensores de Palacio estuvo el prefecto de Lima, Francisco Diez-Canseco Corbacho, hermano de Pedro Diez Canseco. En la noche del día 7 cayó tras feroz resistencia el cuartel de Santa Catalina, donde se había parapetado el ministro de Pezet, Evaristo Gómez Sánchez. Ese mismo día, los revolucionarios entraron en el Callao, donde ya la soldadesca y la chusma habían saqueado y destruido las propiedades de los extranjeros.

Pezet, que se hallaba en las afueras de Lima, al frente de sus tropas, al ver caída la capital y contrariando el deseo de sus generales, no quiso causar más derramamiento de sangre y renunció al poder, el 8 de noviembre. Acto seguido, se asiló junto con sus principales colaboradores en la corbeta británica Shear Water. Acusado por el bando vencedor de traidor y ladrón, se embarcó para Europa.

Consecuencias

Triunfante la revolución restauradora, asumió el poder el general Pedro Diez Canseco, quien pronto perdió la popularidad, pues no adoptó decisiones rápidas y drásticas que la ciudadanía reclamaba con respecto al problema con España. Diez Canseco sostenía que era el Congreso quien debía decidir la declaratoria de guerra; aparentemente quería así ganar tiempo esperando la llegada de los nuevos buques de guerra adquiridos en Europa. Ante esta falta de definición, el 25 de noviembre de 1865 los jefes del ejército depusieron a Diez Canseco y, al día siguiente, el pueblo de Lima reunido en cabildo abierto en la Plaza de Armas proclamó Dictador al coronel Mariano Ignacio Prado.

La consecuencia principal de esta guerra civil fue pues, la instauración de la Dictadura de Prado, que declaró la guerra a España el 14 de enero de 1866 y se alió con Chile (país que ya se hallaba en guerra contra la escuadra española). Esta alianza sudamericana se hizo extensiva a Bolivia y Ecuador. El conflicto finalizó tras el Combate del Callao o del Dos de Mayo, con el retiro de la flota española (2 de mayo de 1866), que fue celebrado por las cuatro repúblicas aliadas como un triunfo que sellaba la independencia.

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