Año del Bicentenario, de la consolidación de nuestra Independencia, y de la conmemoración de las heroicas batallas de Junín y Ayacucho

Cuidados del jilguero

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Los cuidados al jilguero son fundamentales para la prevención de las enfermedades, buena preparación y mejorar los resultados en concurso. Analicemos los distintos tipos de cuidados.

Alimentación

La alimentación es de tipo granívoro y supone la adaptación del aparato digestivo en cuanto a las características del pico, intestino y patas. El pico está especialmente adaptado para extraer los diferentes tipos de semillas (plantas de la familia de las Compuestas y otras) que constituyen la base de su alimentación.

Las aves, como todos los seres vivos, comen para satisfacer sus necesidades energéticas, de crecimiento y renovación de las células que forman sus tejidos y órganos.

Las necesidades nutricionales de las aves están condicionadas tanto por factores internos (del propio organismo), como por factores medioambientales como por ejemplo: edad, peso, actividad del ejemplar, humedad y temperatura externa. Veamos algunos ejemplos: no son los mismos requerimientos nutricionales los de un joven jilguero recién separado de sus padres que los de un adulto, que ya ha completado su crecimiento. Al aumentar el peso (periodo de crecimiento) y la actividad, necesitan incorporar mayor cantidad de materia y energía obviamente; veamos otro ejemplo, un jilguero alojado en una amplia voladera gasta mayor cantidad de energía que un jilguero alojado en las reducidas dimensiones de una jaula de concurso.

Por otra parte, al disminuir la temperatura ambiental, las necesidades de energía aumentan. Finalmente, la fase del ciclo biológico por la que atraviesa el ave influye en los requerimientos de energía y nutrientes, así no es lo mismo un jilguero durante el periodo de reposo (de octubre a marzo) que durante el período de reproducción (de abril a julio) o de muda (de julio a septiembre), donde se produce un mayor desgaste orgánico y, por otra parte, la temperatura es más alta. Todas las anteriores observaciones hay que considerarlas a la hora de confeccionar una dieta sana y equilibrada, que satisfaga completamente las necesidades dietéticas de materia y energía en el jilguero y no aparezcan patologías nutricionales.

Los cambios bruscos en la dieta pueden provocar modificaciones en la microbiota intestinal y que se desarrollen bacterias patógenas, por ello, los cambios dietéticos deberemos efectuarlos gradualmente.

Los glúcidos y grasas tienen función energética, las proteínas presentan función plástica al formar parte de las estructuras del organismo.

Las semillas de los cardos son muy nutritivas y saludables por su riqueza en flavonoides (antioxidantes).

Además de los cardos, por los que tienen especial preferencia por ello en Italia es conocido como cardellino, los jilgueros consumen otras plantas silvestres: bolsa de pastor, verdolaga, amapola, girasol, diente de león, vara de oro, sorgo, cerrajas, avena, panizo, achicoria, etc. Las plantas silvestres pueden ser suministradas a diario  y en cualquier época del año.

Las semillas consumidas por el jilguero son: alpiste, linaza, colza, lechuga negra, lechuga blanca, avena, sésamo, adormidera, perilla, cañamón pequeño y avena decorticada. El alpiste es la semilla base y deberá ser de óptima calidad. La perilla es una semilla muy saludable aunque no deberá estar en una elevada proporción. Los criadores colocan algunas de estas semillas en comederos independientes y otras mezcladas en diferentes proporciones. Una mezcla utilizada por algunos criadores de jilgueros y con excelentes resultados es la siguiente: alpiste 18%, negrillo 18%, perilla blanca 14%, lechuga blanca 14%, semillas de salud 12%, achicoria 6%, colza 6%, linaza 2%, cardón 2%, cañamón 2%, lechuga negra 2%, sésamo 2%, bella de noche 2%. Además, estos criadores colocan sólo alpiste en otro comedero independiente para que los jilgueros puedan comer cuanto deseen. Es importante que en la mezcla figure alpiste, ya que si no existiese, los jilgueros engordarían excesivamente, siendo la obesidad un problema en la reproducción, tanto para los machos –resultan estériles– como para las hembras, que presentan dificultades en la puesta.

En la naturaleza, el jilguero se alimenta de semillas de ciprés, pinos, abetos, alisos, abedul, compuestas y gramíneas.

Las semillas las podemos clasificar en dos tipos: harinosas o blancas (alpiste, mijo, panizo, etc.) y oleaginosas (negrillo, colza, cáñamo, perilla, piñones, pipas, etc.).

También consume verduras: endibias, tomate, lechuga, etc. Y distintos tipos de fruta. Se les podrá suministrar: naranja, pera, manzana, sandía, fresas, etc.

El grit mejorará la digestión y será una fuente importante de calcio. El carbón activo previene las infecciones intestinales.

Como norma general, la alimentación del jilguero debe ser lo más variada, digerible y de la mayor calidad posible, de forma que no se produzcan intoxicaciones alimentarias ni carencias en determinados nutrientes, las cuales puedan comprometer su canto, muda, fertilidad e incluso la propia existencia de éste. La alimentación deberá estar adaptada a la edad, fase de su ciclo biológico y circunstancias particulares del criadero (temperatura, tipo de jaulas, etc.). Ante todo debemos tener sentido común en la alimentación de nuestras aves, interesarnos por sus gustos y conocer su fisiología digestiva, ya que la alimentación es un pilar básico en la salud de éstas.

Según la época del año, la actividad y la edad podemos hablar de varios tipos de raciones alimenticias con objeto de adaptarlas mejor a las necesidades de éstos, entre las que tenemos:

Ración de mantenimiento. La ración de mantenimiento corresponde al período de reposo, donde se produce un menor desgaste orgánico, dada la menor duración de las horas de luz (fotoperíodo) y su nula actividad reproductiva y de muda. En este periodo el gasto enérgico es menor.

Usando las tablas de los alimentos que consumen nuestros jilgueros y conociendo sus necesidades energéticas, podremos confeccionar varios tipos de mixturas, según las semillas y otros alimentos de nuestra elección. Las semillas deberán estar limpias y brillantes y no envejecidas. Es muy importante realizar la prueba de la germinabilidad de éstas para comprobar si alrededor del 90% germinan, lo que es muestra de calidad y podremos administrarlas tranquilamente a nuestros jilgueros. Las micotoxinas son sustancias tóxicas producidas por los hongos presentes en la cáscara de las semillas y la pasta de cría. Dichas sustancias, en función de su tipo, dosis y tiempo de consumo, producen menos asimilación de nutrientes, estrés, esterilidad y bajada de las defensas orgánicas.

Para la preparación del concurso podremos reducir la proporción de semillas oleaginosas o grasas en los ejemplares con tendencia a la obesidad.

Las proporciones serán ligeramente modificadas en función del tipo de jaula (normal, jaulón de un metro, voladera, etc.), la temperatura del criadero y la prolongación o no de forma artificial de las horas de luz. Por ejemplo, si la temperatura del criadero es muy fría, se aumentará la proporción de semillas oleaginosas (nabina, negrillo, cañamón, girasol, perilla, linaza), o se añadirá una cucharada de aceite vegetal (de oliva virgen o de germen de maíz o de trigo)/kg de pasta, ya que las grasas proporcionan el doble de calorías que los glúcidos, es decir, que los azúcares.

Ración de cría. Las proteínas se encontrarán en un porcentaje mayor a la ración de mantenimiento, si bien es cierto que se producen variaciones en este porcentaje según los días que tengan las crías, ya que las necesidades de proteínas de una cría de 3 días por ejemplo, y otra de 30 días son ligeramente diferentes. También durante la fase de puesta e incubación, las necesidades de proteínas son menores (20%) que durante la alimentación de las crías (25%).

Una buena pasta de cría deberá tener proteínas de origen animal y vegetal y un porcentaje de grasa alrededor del 6% al 10%. Las pastas que administremos no deberán ser excesivamente grasas, ni hiperproteicas (con exceso de proteínas), ya que el exceso de ambos nutrientes es perjudicial, pudiendo dar lugar a: hepatitis, enteritis, gota visceral, etc. Es preferible que tenga una textura granulosa en lugar de una muy fina, pues es más apetecible. La pasta de cría la podremos elaborar nosotros mismos o adquirirla ya preparada y envasada al vacío. Se les puede mezclar la pasta de canarios (60%) con pasta de insectívoros (40%).

Podemos incorporar semillas germinadas (nabina, negrillo, cañamón, etc.), pero durante este proceso deberán ser bien lavadas, cribadas y administrar un producto inhibidor del crecimiento de los hongos (unas gotas de ácido propiónico, yodo o lejía, por ejemplo).

Las plantas silvestres son muy aconsejables durante la preparación de los reproductores. Durante la fase de crecimiento también aumentan las necesidades de minerales, los cuales son necesarios para formar el esqueleto óseo y evitar la carencia de calcio y fósforo. Por todo lo dicho, la dieta deberá ser rica en dichas biomoléculas orgánicas. Las hembras en puesta, necesitan mayores dosis de minerales, por lo que, además del grit, les pondremos huesos de jibia.

Durante el período de preparación de reproductores y la cría son muy aconsejables los suplementos periódicos de vitaminas A, D3, E y C, los cuales previenen la esterilidad, abortos, mejoran el crecimiento y aumentan las defensas frente a las infecciones.

Pueden consumir, como complemento alimenticio, huevo duro, pan rallado integral, harina de maíz y semillas germinadas o hervidas (oleaginosas). En la época reproductora los progenitores ofrecen a las crías insectos y larvas de éstos (orugas), por lo que les suministraremos larvas de Tenebrio molitor y de otros insectos (pulgones, por ejemplo), huevos de hormiga, lombrices pequeñas, etc., con objeto de aumentar la ración proteica durante el periodo de crecimiento de las crías.

Los progenitores estarán habituados a la alimentación que ofrezcamos a las crías. Los alimentos frescos deberán ser renovados varias veces al día.

Ración de muda. Durante el periodo de muda que tienen lugar en los meses de verano, tras la época de reproducción, se les debe aportar en su dieta las sustancias nutritivas necesarias para la formación del nuevo plumaje, tales como carotenoides, proteínas, vitaminas y sales minerales.

En esta época las necesidades de proteínas y sales minerales se incrementan.

Las proteínas serán ricas en aminoácidos azufrados (metionina, cisteína, por ejemplo). Las plumas están formadas de queratina, proteína que forman a partir de los aminoácidos que incorporan en la dieta, procedentes de las proteínas que los contienen. En la ración se incorporará un complemento de proteínas como germen de trigo, harina de soja, levadura, huevo en polvo, etc.

Las futas y verduras son imprescindibles en esta etapa y durante la cría, pues aportarán minerales, vitaminas y carotenoides necesarios para la formación y pigmentación del nuevo plumaje. Recomendamos especialmente el brécol (bróculi), pues es muy rico en vitamina C y presenta un contenido en proteínas del 3%; también gracias al sulforafano que contiene, actúa como bactericida, destruye incluso a gérmenes resistentes a los antibióticos, y previene infecciones digestivas. Asimismo el brécol contiene carotenos en elevada concentración (2.500 mg/100 grs). Es conveniente darlo de forma natural, es decir, no hervido ni pasado por un microondas, para no perder parte de su aporte nutritivo. El polen también es un alimento aconsejable en época de cría, como integrador alimentario y bactericida (presenta un 25% de proteínas y sustancias antibióticas). El ajo y el propóleo también son eficaces contra las bacterias y hongos patógenos; se pueden administrar espolvoreándolos en la pasta que usemos. Los prebióticos y probióticos, igualmente, contribuyen a darles defensas en este periodo de estrés.

A los híbridos de factor rojo es imprescindible un aporte de carotenoides (beta-caroteno, cantaxantina, carofil rojo). Las frutas y verduras son pobres en grasas, glúcidos y proteínas y constituyen una importante fuente de fibra, vitaminas y sales minerales, además contribuirán a hidratarles y mitigar el calor de esta época. Las fibras prácticamente no les aportan calorías, ya que al carecer las aves de enzimas específicas (celulasas) no pueden ser digeridas, pero les ayudan a facilitar el tránsito intestinal y la evacuación de las heces fecales, previniendo el estreñimiento y la obesidad. El brécol, la zanahoria, naranja, manzana, etc. tienen una cantidad importante de fibra. Por otro lado, el exceso de fibra puede dificultar la absorción de minerales y provocarles diarrea. Las hojas más verdes son las más ricas en vitaminas. Es conveniente lavarlas con agua abundante y poner las verduras en agua con adición de 10 a 15 gramos de bicarbonato sódico/litro, durante 2 o 3 horas, para eliminar los residuos de pesticidas agrícolas que pudieran contener.

Se puede añadir a la mixtura, en una proporción total del 5%, una mezcla de las siguientes semillas: achicoria, lechuga blanca, cardo, amapola, mijo, etc. Los cereales suelen ser deficientes en algún tipo de aminoácidos, por ello, cuando se administran diversas clases de éstos en forma combinada, se consigue equilibrar la dieta y suprimir las carencias de algún aminoácido.

En estos momentos, la administración de un complejo polivitamínico y mineral será muy conveniente. No olvidemos que la muda crea una situación de estrés y debilidad en el pájaro, por lo que sus defensas orgánicas están más reducidas siendo más vulnerables a cualquier infección.

Higiene

La higiene, conjuntamente con la alimentación, herencia y adecuadas condiciones ambientales, representa un pilar básico en la salud del jilguero. Los cuidados higiénicos reducirán la presencia de materia orgánica en el criadero y con ello la carga microbiana, previniendo así de la aparición de enfermedades infecciosas.

Los procesos de limpieza y desinfección deberán ser regulares y a fondo. Es fundamental la desinfección de bebederos, comederos, jaulas y todo el material puesto en contacto con aves enfermas, ya que constituyen un importante foco de contagio. El agua deberá ser renovada a diario, especialmente en el verano. En el mercado existen productos acidificantes-conservantes y bebederos “de bola”, que mantienen durante varios días la calidad del agua de bebida. Diariamente se procederá al soplado, cribado y relleno de la mixtura. Se debe evitar el contacto de las semillas con la parrilla, dado su contaminación con los excrementos.

La bandeja, parilla y palos de la jaula se lavarán y desinfectarán al menos una vez por semana. Los parásitos (piojos, ácaros), mosquitos y roedores también constituyen un enemigo importante de nuestros jilgueros, ya que les debilitan, causan estrés y les transmiten enfermedades infecciosas y parasitarias, e incluso les pueden matar. La desparasitación es muy importante, pues los ácaros, aparte de deteriorar el plumaje, les pueden causar anemia e incluso transmitir enfermedades infecciosas al actuar como vectores de algunas especies de bacterias, toxinas e incluso virus. Se deberá colocar con asiduidad las bañeras y utilizar un insecticida de uso ornitológico (en spray, diluido en agua, en forma de gotas, etc.).

Es conveniente periódicamente cambiar de insecticida, ya que aparecen resistencias a estos productos, al igual que a los antibióticos, sulfamidas, productos de limpieza, etc.

Alojamiento

Es notable la influencia del medio donde alojemos a los jilgueros en la salud de éstos.

El local debe reunir condiciones adecuadas de temperatura, humedad, ventilación y orientación. Asimismo, debe estar a salvo de roedores (ratas, ratones y topos), parásitos y pájaros silvestres, por el riesgo de transmisión de enfermedades infecciosas y parasitarias.

Las visitas de otros criadores estarán particularmente restringidas en la época de reproducción y durante las epidemias.

Condiciones climatológicas

Los valores de los factores climatológicos (temperatura, luz, humedad y presión) deberán estar comprendidos dentro de unos determinados niveles, de forma que no representen situaciones estresantes y disminuyan la eficacia de la respuesta del sistema inmunológico. Se ha comprobado que las altas temperaturas, coincidentes con el periodo de muda, producen inmunosupresión, es decir, bajada de las defensas orgánicas frente a la infección.

Los cambios bruscos en la climatología también hacen más vulnerables a los jilgueros, aumentando el riesgo de aparición de enfermedades infecciosas al modificar la microbiota (microorganismos en el interior de los seres vivos). En estas situaciones está especialmente indicada la administración de vitaminas A, C y E, así como prebióticos y probióticos, que contribuirán a aumentar sus defensas.

La ventilación es muy importante en la prevención y disminución del contagio de enfermedades infecciosas, ya que aumenta los niveles de oxígeno del criadero, en detrimento de los niveles de dióxido de carbono.

Las condiciones de alojamiento y climatológicas serán esenciales par a la aclimatación de los jilgueros al criadero, ya que de ellas dependerá la tasa de mortalidad de éste en dicho periodo.

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