Año del Bicentenario, de la consolidación de nuestra Independencia, y de la conmemoración de las heroicas batallas de Junín y Ayacucho

El síndrome del gato paracaidista

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Puede que a algunas personas les parezca broma o, cuando menos se queden sorprendidos al escuchar este término. Sin embargo, para los dueños de gatos o los que trabajan cerca de ellos no resulta tan extraño. En la bibliografía podemos encontrar las referencias como “síndrome del gato paracaidista” o “síndrome del gato volador”.

Esta patología hace referencia a los gatos que acuden al veterinario de urgencia por caídas desde más de 7 metros, altura equivalente a 2 pisos. Sin embargo, algunos estudios han determinado que estas caídas ocurren desde diversas alturas.

Según la bibliografía consultada, existe mayor riesgo de sufrir este síndrome si el gato no está esterilizado y es joven (menor de 2 años), existiendo aproximadamente la misma prevalencia en machos y en hembras. Las lesiones encontradas en la clínica afectan principalmente a la cabeza, la región posterior, el tórax y el abdomen.

Las causas que provocan que el gato se precipite al vacío son los descuidos de los propietarios, la curiosidad que caracteriza a la especie felina, la falta de experiencia de los gatos jóvenes y el comienzo de la pubertad (actividad sexual).

En contra de lo que sería lógico, es más probable que un gato sufra más lesiones si cae de una altura baja que de un piso más alto. Esto se debe a que el sentido de equilibrio del gato le permite darse la vuelta durante la caída y amortiguar el golpe. Poco antes de llegar al suelo, el gato se estira para aumentar al máximo su superficie y con ello el rozamiento con el aire, ocurriendo el movimiento en dos fases y cayendo en forma similar a un paracaídas.

No todos los gatos se caen de las ventanas. Sin embargo, si pasan mucho tiempo asomados a ellas, en barandillas u otras superficies lisas, es cuestión de tiempo que pueda pasar algo. Cualquier pájaro, otro gato o gata asomado en otra ventana, o una ráfaga de viento, puede hacer que nuestro gato se desequilibre de su posición de descanso y comience a precipitarse al no poder agarrarse con las uñas al punto de apoyo. Lo que queda bastante asegurado según estudios realizados, es que los gatos no se tiran voluntariamente, es decir, son conscientes de la altura. Sí es frecuente que el gato volador repita su hazaña, parece que no aprenden del susto recibido y su curiosidad les hace volver a caer en la tentación de asomarse a la ventana.

Aunque podemos esperar que la suerte, el peso del animal, la altura y la existencia de elementos que frenen la caída jueguen a nuestro favor, lo mejor que podemos hacer es prevenir que ocurra. Por supuesto, una vez que el gato se cae debemos acudir a nuestro veterinario urgentemente, incluso aunque pensemos que no hay ninguna lesión, ya que algunas son internas o aparecen más tarde. Pero si es usted de los afortunados que tiene un gato que hasta ahora no ha experimentado la sensación de la caída libre, créame, lo mejor es que no tenga la oportunidad de hacerlo nunca.

La prevención consiste en poner medidas que eviten que el gato pueda asomarse al vacío. Podemos enriquecer su ambiente con juegos interactivos, sistemas de búsqueda de comida, estanterías y otros elementos donde poder desarrollar su conducta de caza, incluso la introducción de otro gatito con el que poder jugar y entretenerse, por supuesto siempre bajo supervisión de un experto en conducta felina que nos explique cómo hacerlo. El gato debe mantenerse alejado de las zonas de riesgo, ventanas y balcones, y si no es así, se pueden colocar mosquiteras, rejillas o cerramientos de forma que permitamos que el animal satisfaga su conducta de acecho pero sin caídas que pueden llegar a causarle la muerte.

¿Y tú que opinas?

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