Año del Bicentenario, de la consolidación de nuestra Independencia, y de la conmemoración de las heroicas batallas de Junín y Ayacucho

El Toro de Catalina Huanca

El Toro de Catalina Huanca

La leyenda el Toro de Catalina Huanca cuenta que desde el año 1945 hasta promediar el año 1970, los vecinos de Santa Maria y Hualmay dedicados a la agricultura y a la ganadería en pequeña escala, en época de escasez de pasto llevaban en forma conjunta a pastear sus reses en la conocidísimas «Lomas de Lachay» situado a 50 Km. al sur de Huacho.

Las Lomas de Lachay siempre fue un lugar de verdes pastizales, sobre todo en los meses de invierno cuando el pasto se escasea en los terrenos de cultivo de los pequeños agricultores de estos dos distritos, así como también los ganaderos en menor escala de Sayán y Huaral. Cada comunidad campesina albergaba alrededor de 300 cabezas de ganado vacuno, pastoreada por sus propietarios que iban apertrechados con todo lo necesario para pernoctar todo el tiempo de pastoreo que eran aproximadamente de 25 a 30 días. Concluida el tiempo de pastoreo, las comunidades campesinas reunían sus ganados para la verificación de rutina, para luego partir el regreso a casa.

Cierto día al finalizar el rodeo a la media noche sucedió algo insólito, se escuchó un ruido ensordecedor por lo cual las reses se espantaron y huyeron despavoridos en diferentes direcciones. Las personas que cuidaban las reses no podían controlar el desbande descomunal del ganado. Nadie veía nada, pero todos decían el «Toro Huanco» y así sucedía cada en temporada de pastoreo.

Durante la estampida se perdían algunas reces que se desbarrancaban de las lomas y quedaban como comida para las aves de rapiña. En cierta ocasión el comunero Jacinto Chinchay, perdió su mejor torillo, no lo encontraba por ningún lugar, busco a su animal por varios días internándose hacia quebradas lejanas, logrando ubicarlo en una de las quebradas situada a dos días de camino del lugar de pastoreo. Cuando estuvo cerca del animal don Jacinto comenzó a tener temor, atardecía ya, el sol se ocultaba lentamente y las piedras alumbraban como si fueran faros de carro, Jacinto logro sacar a su torillo, se ideo la manera de ubicarse bien colocando señales donde las piedras alumbraban.

Pasado varios años cuenta esta aventura a un amigo que según se dice le había pasado la misma historia en el cerro llamado el «Toro» ubicado en la Pampa de Animas en el distrito de Santa María, que al final resultó ser un gran «TAPADO» oculto por los antiguos Incas. Según los brujos y espiritistas de la zona confirman que lo sucedido a Jacinto Chinchay fue el entierro de un gran tesoro, que posiblemente perteneció a «Catalina Huanca» de ahí viene el nombre de «Toro Huanco» porque alguien tenía el dato de dicho tesoro que se encuentra en el lugar donde señalo don Jacinto Chinchay.

Por Julio Solórzano Murga

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