Enfermedades de las serpientes
Incluso en terrarios construidos con la máxima corrección y en donde el cuidado y mantenimiento son tal como deben ser, pueden presentarse de vez en cuando contratiempos y enfermedades contagiosas. Normalmente el cambio de actitud de sus animales ya advierte a un buen observador de los primeros síntomas de la enfermedad y en consecuencia procederá a aislar el ejemplar enfermo trasladándolo a una jaula individual. Una vez se ha situado ya al animal enfermo en la jaula para cuarentena, se le puede aplicar el tratamiento específico que necesite sin molestar a los demás huéspedes.
Si una serpiente se tiende indiferente alrededor del terrario, y ha cesado el característico temblor de la lengua, éstos son signos de mala salud. Cualquier animal que muestre este proceder sospechoso debe ser sometido a un buen examen para establecer tan pronto como sea posible las causas de tal comportamiento.
Frecuentemente las serpientes quedan infectadas por garrapatas y ácaros de distintos tipos, lo que acostumbra a suceder en ejemplares recién importados, siendo necesario eliminar tales parásitos al examinar los animales por primera vez antes de la cuarentena. Las garrapatas de las serpientes normalmente son pequeñas y no representan más que una molestia, pero son chupadoras de sangre y pueden propagar otros parásitos.
Con la ayuda de partes de su boca especialmente adaptadas, los ácaros toman sangre y linfa del cuerpo de su huésped. Muchos ectoparásitos viven sobre, debajo o entre las escamas. Algunas formas invaden los bordes de los ojos lo que en el caso de una severa infección puede llevar a la ceguera, y aún hay otros que viven como parásitos internos en el parénquima de los pulmones de donde se alimentan.
El principal daño que sufren los huéspedes es evidentemente la pérdida de sangre. No obstante, a veces aparecen también infecciones secundarias en las que el cuerpo del huésped previamente debilitado ha adquirido una susceptibilidad particular.
Las preparaciones y productos químicos para el control de los ectoparásitos deben elegirse con extrema precaución. Existen numerosos insecticidas por contacto que pueden dar síntomas de envenenamiento si se han administrado en cantidades mínimas, sirviendo de aviso. Después de algunas vacilaciones y movimientos convulsivos, el animal envenenado de esta forma frecuentemente muere en muy poco tiempo. Contra los ácaros se han obtenido buenos resultados con cloruro de alcanfor. Este polvo blanco ligeramente volátil se esparce en un contenedor de cristal seco y hermético introduciendo en su interior la serpiente afectada. En unos 80 minutos se habrán destruido todos estos parásitos.
También aquí debe vigilarse continuamente el comportamiento de la serpiente. Si aparecen síntomas de envenenamiento debe trasladarse al animal a un recinto bien ventilado y tibio en donde normalmente se recuperará rápidamente. Cuando estén afectadas sólo unas pequeñas zonas del cuerpo se pueden tratar éstas con aceite de cocina (aplicado con un pincel) que matará los ácaros. También se controlan los parásitos con una buena untada de aceite de hígado de bacalao frotando con él todo el cuerpo de la serpiente. El procedimiento de la untura tiene la ventaja adicional de acelerar la curación de las heridas que pueden haber producido los parásitos.
La pérdida de la piel, que según sea la especie de que se trate, ocurre regularmente en períodos desde unas semanas hasta varios meses, tiene un gran significado como índice de bienestar. En los casos normales la piel vieja se desprende por sí misma en una sola pieza tubular. Llegado este momento se nublan los ojos, el animal pierde el apetito y eventualmente la piel vieja que hay que desechar se abre longitudinalmente y la serpiente se desliza saliéndose de su vestidura trepando muchas veces por arbustos o por objetos de superficie rugosa para ayudar al proceso puramente mecánico del desprendimiento.
Cuando el cuidador de las serpientes observe que la muda no sigue su curso normal, debe facilitar el baño de los animales o solucionar el problema sumergiendo la serpiente en agua tibia durante dos o tres horas. Debe evitarse el desprendimiento forzado de cualquier pedazo de piel que esté todavía adherida. Un método que ha demostrado ser eficaz en estos casos consiste en frotar la piel con aceite de hígado de bacalao, tras lo cual se eliminan estos residuos sin dificultad.
Se han encontrado gusanos o lombrices parásitos en virtualmente todos los grupos de vertebrados, y por tanto no debe sorprender que se encuentren también en las serpientes. Entre los que más frecuentemente se encuentran están los cestodos (tenia, solitaria), lombrices no segmentadas y nematodos (ascárides, lombriz filiforme) y otros. En una infección de lombrices parasitarias, no es sólo el tracto intestinal lo que queda invadido sino también la musculatura, los tejidos subcutáneos y casi todos los órganos internos. Por otra parte, el daño que hacen las lombrices que viven en el intestino consiste en la extracción de valiosos nutrientes y si intervienen otros parásitos consistirá en la destrucción de partes de órganos. En todo caso, el mayor daño es debido a la excreción de productos de desecho metabólico y su efecto tóxico en el cuerpo del huésped.
Contra las lombrices da buen resultado algún buen antihelmíntico como los que normalmente se emplean con los niños pequeños y que generalmente se administran conjuntamente con laxantes, asegurándose así de vaciar rápidamente la tripa.
La denominación de viruela es un nombre colectivo que se aplica a diversas situaciones que siguen un curso similar. El tratamiento recomendado consiste en la administración de antibióticos tales como la penicilina, terramicina y aureomicina. Las drogas se dan ya sea por inyección u oralmente. Es muy importante que la dosis no sea demasiado corta; por el contrario conviene excederse un poco para que el agente causal no pase a ser resistente. Para una serpiente de unos 40cm de longitud es apropiada una dosis de 1.000 unidades internacionales (U.I.). La terramicina y la aureomicina difícilmente dan efectos secundarios, mientras que con la penicilina sí se observan de vez en cuando. Se puede acelerar notablemente la curación de las heridas con un tratamiento local de las pústulas con nitrato de plata y una combinación de aureomicina y sulfamidas.
La enfermedad de las serpientes más temida es la estomatitis. Probablemente es un complejo de varias enfermedades que tienen una relación causal entre ellas. Les deja de tremolar la lengua, el epitelio dentro de la cavidad oral se decolora, aparecen protuberancias blancas y pequeñas hinchazones amarillas esparcidas por la parte superior del interior de la boca y en la faringe. A medida que la enfermedad progresa estas anormalidades se extienden a los conductos del aire, las encías se rompen en zonas y se caen los dientes. El agente causal ha resultado ser el Aeromonas fluorescens liquefaciens. Si la enfermedad se detecta en sus primeras etapas, puede resolverse con una solución de agua oxigenada al 3% aplicada a la cavidad oral y faringe mediante un pincel. Un tratamiento posterior y efectivo de esta enfermedad consiste en baños prolongados e inyecciones de vitamina C (ácido ascórbico). Idealmente esto debería ser seguido de un enjuague con quinolina (una tableta de quinolina en un vaso de agua) varias veces al día. Últimamente el antiséptico “Listerine” ha demostrado su eficacia en el tratamiento de esta enfermedad. Las enfermedades de este tipo descritas en los más modernos tratados, se atribuyen también a avitaminosis.
No menos peligrosos son los desórdenes del aparato digestivo. En los boidos, las muertes súbitas normalmente proceden de una inflamación gangrenosa del interior del intestino. La enfermedad se desplaza rápidamente; los animales afectados acostumbran a morir a los pocos días. Otra causa corriente de enfermedades intestinales peligrosas es el estreñimiento. En estos casos es beneficioso un tratamiento de baños calientes y la administración de aceite de ricino por vía oral.
Los órganos respiratorios de las serpientes son extraordinariamente vulnerables. Incluso las menores lesiones en la región de la garganta y tráquea causadas al pretender capturar al animal con una rama ahorquillada pueden provocar la muerte en pocos días.
La neumonía que durante la primavera se da de vez en cuando, tiene un final fatal en la mayoría de los casos. Los animales levantan la parte anterior de su cuerpo poniéndola vertical, el pulmón se infla, con la boca bien abierta. Si la enfermedad se detecta en sus primeras etapas, se puede curar con aceite de eucalipto, porque las serpientes muchas veces presentan estos síntomas sin tener verdadera neumonía. Ocasionalmente se han diagnosticado infecciones de tuberculosis en las serpientes.
Las enfermedades por deficiencias y avitaminosis son más fáciles de prevenir que de curar. Si la dieta es suficientemente variada, raramente se dan estos casos en las serpientes. Lo que importa por encima de todo es que los animales con los que se las alimente sean adecuadamente nutritivos. Cuando sea necesario, se le puede dar semanalmente un suplemento multivitamínico que se puede inyectar en el saco linfático dorsal de las ranas antes de ser éstas comidas por las serpientes. Sobre, y juntamente con todo esto, es aconsejable durante la estación fría sustituir las condiciones de la luz natural por la de una lámpara ultravioleta durante unos 10 o 15 minutos diarios.
Las intervenciones quirúrgicas tales como la eliminación de tumores, el grapado de la carne de una herida, etc., es mejor dejarlas a un veterinario especializado que podrá aplicar anestésico de uretano.
Las fracturas y especialmente los daños en la columna vertebral se reconocen inmediatamente durante la locomoción por la interrupción de la línea senoidal continua; deben inmovilizarse aplicando un entablillado de madera o un brazal de cartón, dejándolo así hasta su curación.