Año del Bicentenario, de la consolidación de nuestra Independencia, y de la conmemoración de las heroicas batallas de Junín y Ayacucho

Gatos arañan muebles y paredes

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¡Los gatos y los arañazos van siempre juntos! El gato cuida mucho sus uñas para mantenerlas siempre bien afiladas y listas para la caza y la defensa. Pero su ritual diario de arañar tiene muchas más funciones. Le permite ejercitar y fortalecer sus patas y sus dedos, el gato realiza unos buenos estiramientos y, además, aprovecha la ocasión para marcar su territorio mediante una secreción de los dedos, que deja una huella olorosa inconfundible (para los gatos, pero inapreciable para el hombre). Por lo tanto, hay algo que está muy claro: ¡Hay que arañar!

¿Pero qué sucede si el gato y su dueño tienen diversidad de opiniones acerca de cuál sea el lugar ideal para hacerlo? En el exterior, los gatos suelen emplear troncos de árboles, estacas de vallas o trozos de madera, pero dentro de casa les da igual hacerlo en un mantel, en el marco de la puerta, en una esquina del sofá, en el respaldo del sillón, o en la más cara de las alfombras.

Lo que usted puede hacer

Los gatos siempre arañan en los mismos lugares, primero porque son animales de costumbres y, segundo, para renovar las marcas olorosas que definen su territorio. Y esta circunstancia puede aprovecharla usted en beneficio propio. Cubra los lugares que suele arañar el gato con un material bien resistente. Por ejemplo, puede forrar una tabla con un trozo de moqueta y colocarla justo en el lugar en que el gato ha empezado a “trabajar” la alfombra, o puede hacer que su minino se acostumbre a arañar un rascador colocado en el lugar en el que ya había empezado a hacer de las suyas. Coloque el rascador exactamente en el lugar adecuado, por muy mal que quede ahí, y ármese de paciencia para conseguir que el gato se decida a utilizarlo.

Cuando ya lo haya aceptado del todo, vaya desplazándolo progresivamente hasta colocarlo en su ubicación definitiva. Al mismo tiempo, cambie la distribución de los lugares de la casa que no quiera que arañe el gato de modo que le resulten lo menos atractivos posible, aunque ello no mejore precisamente el aspecto del lugar. Tampoco va a ser un cambio definitivo. Así, por ejemplo, podrá cubrir los muebles y las esquinas de las paredes con papel de aluminio o con cinta adhesiva de doble cara, o impregnarlos de aroma a cítricos o de otros olores que le resulten especialmente desagradables a los gatos (perfume, mentol, cebolla, ajo). A los gatos tampoco les gusta nada quedarse colgados de las uñas. Cubra los sillones y sofás con una red resistente. El gato no deberá sentirse molesto por ello, ya que a todo esto dispone ya de un estupendo rascador montado especialmente para él.

Sugerencia: Acostumbrarse al rascador

  • Emplee un juguete para atraer al gato al rascador y anímelo a trepar a él.
  • Felicite al gato cuando acuda al rascador por iniciativa propia. ¡A lo mejor al principio incluso encuentra alguna golosina en él!
  • Dele su sesión diaria de mimos y caricias junto al rascador. Hay que conseguir que se convierta en un lugar agradable para el gato. Un lugar en el que le guste estar.
  • Pase las manos por la superficie del rascador. El gato percibirá su olor y le añadirá el suyo propio, y se dará cuenta de que ése es un lugar estupendo para arañar.

¿Y tú que opinas?

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