Año del Bicentenario, de la consolidación de nuestra Independencia, y de la conmemoración de las heroicas batallas de Junín y Ayacucho

Iguanas lejos de su hábitat natural

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Justamente unas pocas semanas, o meses, antes de que tengas conocimiento de tu nueva iguana en la tienda del vendedor, probablemente ella estaba holgazaneando cómodamente en su América Tropical.

Un asentamiento típico pudiera ser una foresta lluviosa brasileña en donde se puede encontrar a nuestro arborícola animal trepando a la rama de un árbol alto sobre una corriente de agua, teniendo a su alcance a pocos pies de distancia una dieta bien equilibrada de frutas, flores, insectos y hojas, todo ello libre de conservantes y pesticidas.

El agua fresca de lluvia de la jungla se deposita frecuentemente sobre las hojas y enredaderas desde donde puede beber la iguana, y si ésta se alarma o se siente amenazada puede saltar varios pies río abajo para ponerse a seguro. Aún más beneficiosos que estos factores lo son los rayos calóricos del sol ecuatorial. Además de suministrar el calor necesario para mantener la digestión y el metabolismo, los intensos rayos ultravioleta del sol tropical facultan a la iguana para desarrollar los complejos procesos en el interior de su cuerpo y utilizar al máximo las vitaminas de su alimento. Sería difícil describir una existencia más tranquila que la que se da en esta situación, en la que se tienen al alcance todos los ingredientes necesarios para una vida perfecta, y además ¡gratis! ¿Es el paraíso?

En principio puede parecerlo, pero los trópicos, además de ser un ambiente perfecto para las iguanas son también un terreno abonado ideal para los parásitos y las bacterias nocivas. Una plétora de garrapatas, ácaros y sanguijuelas aparecen aquí preparados para chupar la sangre de una iguana y transmitir enfermedades a cambio. Una gran variedad de depredadores, desde los grandes pájaros hasta las boas (que cuando están hambrientos pueden prescindir de su dieta presas sólo de sangre caliente) consideran a la iguana una fuente de comida adecuada, especialmente las desafortunadas que enferman o se lesionan. No se puede excluir al hombre de la lista de depredadores, ya que se cazan iguanas para comida, por sus huevos comestibles, y para el inevitable comercio de animales de compañía. Con esta visión algo más realista del ambiente de la iguana ¿cómo podremos establecer un ambiente en cautividad en el que el animal doméstico pueda medrar?

Muchos propietarios de animales sienten la necesidad de imitar al “hábitat natural” donde alojar sus iguanas, creando terrarios sofisticados con tierra, plantas vivas, agua corriente y otros detalles. Aunque indudablemente pintoresco, este modelo bien intencionado de foresta lluviosa no es adecuado para iguanas cautivas por diferentes razones. La humedad necesaria para conservar un terrario de esta índole perjudicaría la salud de las iguanas provocando frecuentes problemas de piel en los animales. Cualquier suciedad, musgo o humus da asilo a abundantes gérmenes y bacterias, y si tienes plantas vivas para que florezcan, probablemente la iguana se las comerá todas.

Por el contrario, es mejor optar sencillamente por un terrario seco, conservándolo como base tanto como sea posible: lo que pierdes en apariencia lo ganarás en salud de los animales.

Una casa nueva

Aun cuando se pueden adquirir o construir distintos tipos de jaulas, lo más corriente es elegir una pecera de vidrio o acuario. Es muy fácil de limpiar y mantener; ofrece buena visibilidad y es mucho más fácil de calentar que un receptáculo a base de plantas móviles o de madera. Probablemente para los primeros años será suficiente un tanque con un volumen de unos 80 a 120 litros, pero, si quieres anticiparte al tamaño futuro de la iguana, convendrá un modelo mayor (entre 160 y 400l). Hay que decidir el material a emplear como sustrato (o capa inferior) de la jaula, habiendo muchas posibilidades entre las que elegir. Nuevamente la opción más atractiva puede no ser la más práctica y se debe considerar siempre la salud del animal en primer lugar y la presentación del terrario en segundo.

Se deben considerar los siguientes puntos:

  1. Control de humedad y olor
  2. Limpieza
  3. Fácil de mantener
  4. Conducción calórica
  5. Coste
  6. Presentación

Seguidamente vamos a tratar de cada una de las opciones corrientes, señalando las ventajas e inconvenientes que he podido encontrar.

Papel absorbente. Un buen sustrato estéril ideal para la jaula de cuarentena (ejemplares nuevos, enfermos o heridos). Moderadamente costoso considerando que hay que cambiarlo cada día. Evidentemente, con una apariencia deslucida pero muy funcional.

Arena. La arena silícea fina y blanca que se encuentra en los comercios de animales de compañía es de mi preferencia personal.
Una buena piedra caliente enterrada parcialmente en la arena seca, calienta el suelo de la jaula. El aspecto de conjunto es placentero ofreciendo una reflexión de la luz que tiende a dar brillo a la jaula.

Los desperdicios de comida y las heces se deshidratan rápidamente y pueden ser retirados a estilo gatuno manteniéndose al mínimo la humedad y el olor. Si se inunda la arena (por ejemplo, por volcarle el plato de agua) deberá retirarse y esparcirse para intentar secarla o utilizar un hornillo para ello. Las iguanas jóvenes que constantemente buscan grillos y lombrices pueden consumir demasiado sustrato de éste y sufrir abrasiones en la boca, lo que hay que tener siempre en cuenta.

Según sea el tamaño del animal doméstico, este sustrato necesita ser renovado aproximadamente cada mes (cuando el olor empieza a aumentar). Su coste es razonable.

Grava. En muchos aspectos es semejante a la arena; es ligeramente más cara pero se puede lavar, aclarar y secar, por lo que puede durar infinitamente. Aun cuando otras publicaciones dicen que una iguana puede ingerir grava voluntariamente, para ayudar al proceso de digestión (como el buche de un ave), yo jamás he visto a mis propias iguanas comiendo grava adrede (por ejemplo, arena para periquitos servida en recipiente separado), pero está confirmado que aparecen partículas en las heces cuando se emplea como sustrato.

Farfolla de mazorca de maíz. Virutas de madera. Estos dos sustratos son semejantes a los empleados para el cuidado de los pájaros exóticos donde normalmente se usan para recubrir la jaula. Virtualmente son refractarios a la absorción de humedad y de olor. Su coste es reducido a pesar del hecho de que estos sustratos deben renovarse cada unos pocos días, y prácticamente el único inconveniente que les encuentro es su poca conducción térmica. De hecho no confiaría en ningún tipo de calentador fijo enterrado en una de estas sustancias inflamables, y cualquier jaula recubierta con alguna de ellas deberá calentarse exteriormente.

Piezas de madera (chips). Accesibles en viveros de plantas e invernaderos, las piezas de madera forman un excelente pavimento para las jaulas. Sus ventajas son semejantes a las de las virutas, pero de apariencia más atractiva y natural. Se deben elegir sólo pedazos limpios y secos, que normalmente se venden a granel, mejor que los empaquetados previamente que pueden contener mucha humedad. Así, al elegir pedazos suficientemente grandes, se evita que puedan introducirse los lagartos. El coste es muy reducido, y los inconvenientes son: poca disipación de calor, inflamabilidad y posibilidad de grillos que parecen ser capaces de esconderse enteramente en ese material.

Césped artificial. Probablemente es el mejor material verde para interior y exterior que se vende para cubrir patios y porches. En él se combina la facilidad de mantenimiento con su buen aspecto; es pues una elección afortunada, especialmente para los aficionados principiantes. Al no ser especialmente absorbente, la humedad se disipa rápidamente de este material sintético, y el olor y la propagación de bacterias son mínimos. Semanalmente debe darse un lavado a fondo que sólo ocupará unos pocos minutos, más otra media hora de secado. La calefacción puede hacerse a base de piedras calientes, y fácilmente se pueden eliminar los grillos de su superficie.

Calentamiento de la jaula

Las iguanas proceden de las zonas tropicales de Sudamérica y necesitan temperaturas bastante altas. Bajo ningún concepto podemos esperar que una iguana medre a temperatura ambiente; simplemente no lo puede hacer sin correr serios peligros el bienestar animal. Debe tratarse de conseguir una temperatura de unos 32 a 35ºC en la jaula, con un máximo de 40,5ºC y un mínimo de 27ºC, siendo éstos los límites críticos. Por en la jaula un termómetro de calidad y atiende meticulosamente sus indicaciones sin pretender redondear. Un procedimiento para mantener caliente la jaula es calentar la habitación en que está ubicada. Este procedimiento puede no resultar práctico si se tiene sólo un animal, pero si se pretende tener varias iguanas o un surtido de ejemplares, la solución más fácil puede ser la de habilitar un “cuarto de reptiles” y calentar el ambiente de este. Si este procedimiento no fuera posible habrá que calentar el tanque directamente, existiendo varias formas de hacerlo. Una almohadilla puede adherirse al fondo o a la pared posterior de un acuario, con lo que irradiará un poco de calor y mantendrá caliente todo el panel de vidrio.

Interiormente, la almohadilla puede enterrarse en arena o grava u ocultarse debajo de un tepe de césped artificial para conseguir el mismo efecto.

Una acción más eficaz sería enrollar la almohadilla alrededor de un leño o rama en donde la iguana pueda encaramarse. Aquí diremos unas cuantas palabras sobre el emplazamiento de la fuente de calor en relación al aspecto del conjunto. El origen del calor, ya sean almohadillas o piedras calientes que reposan sobre el fondo de la jaula, atraen a la iguana hacia el suelo, contrariamente a sus hábitos arborícolas, dando una perspectiva antinatural. Uno espera ver a la iguana colgando de una rama, y no tumbada en el suelo como un perro perezoso en un día de verano.

En este caso la escena que deseamos ver y la que es más conveniente para nuestro animal doméstico coincide, porque la iguana parece preferir una fuente de calor radiante desde arriba como la que disfrutó en su libertad.

Se consigue un buen efecto empleando una fuente de calor localizada en el fondo de la jaula para suministrar calor a todas horas añadiendo una segunda fuente, ésta radiante (que puede ser una lámpara de filamento) para usar durante el día.

Este procedimiento no sólo supone un efecto visual placentero, sino que además imita el ciclo natural de luz del animal. Además se procurará que los máximos en la jaula se produzcan durante el día para asemejarse más al sol (lámparas de incandescencia), mientras que por la noche deben serlo sobre el suelo para reposar sobre objetos que almacenen calor (almohadillas calentadoras).

Las piedras artificiales comprendiendo pequeñas unidades calefactoras eléctricas, constituyen unos accesorios muy recomendados para usarlos con los reptiles. Sin embargo, por mi parte los considero sólo como fuentes de calor suplementarias ya que la mayor parte de ellas no calientan toda la jaula. Poco placer experimentará el animal tendido sobre una roca cuya superficie esté a 38ºC mientras respira aire a la temperatura del ambiente a 18ºC. Este aspecto de la cuestión nunca será bastante ponderado. Las iguanas necesitan una temperatura alta y continua, no sólo un punto caliente para calentar su panza.

Además de la lámpara fluorescente con emisión de luz estimulante del crecimiento de las plantas que ya se emplea para el alumbrado, vale la pena añadir una luz solar como se ha descrito antes. Una bombilla de filamento incandescente de 50 a 70 W fijada dentro o encima de la jaula es suficiente para suministrar el calor radiante necesario.

Recuérdese que la iguana tiene tendencia a acercarse cuando pueda a la fuente de calor y puede sufrir quemaduras serias si entra en contacto directo con la bombilla. Por lo tanto la parte fija del sistema debe quedar al exterior de la jaula (para alumbrar a través de una pantalla o del techo de la propia jaula) o protegida a modo apropiado con una pantalla.

Accesorios

Aun cuando el hábitat de tu iguana pueda ser tan elaborado como dice tu imaginación, el equipo mínimo necesario lo forman:

  1. Una jaula
  2. Un sustrato
  3. Alumbrado
  4. Un calentador
  5. Cuencos para la comida y el agua
  6. Un dispositivo para trepar

Estos dos últimos apartados se explican por sí mismos, pero merecen algún comentario.

Casi cualquier rama de árbol sirve para trepar, pero hay que tener en cuenta la limpieza. Si vas a emplear ramas o maderas procedentes del exterior asegúrate bien de que estén limpias, libres de parásitos y secas. Las maderas que han permanecido en la intemperie pueden contener gérmenes, parásitos y bacterias, por lo que a manera de precaución deben bañarse en una solución blanqueadora suave y luego se lavan y se secan. Ésta técnica está copiada de los aficionados a los peces tropicales, que lavan y blanquean las maderas, el coral, etc., para evitar la contaminación del agua del acuario. Si te encuentras con una iguana infectada de ácaros deberás utilizar este procedimiento para tratar al animal y prevenir una reinfección por los ácaros y sus huevos ocultos en la madera.

Para el agua y la comida se emplean recipientes fuertes que no se puedan volcar fácilmente. Personalmente yo prefiero los platos de piedra que se utilizan para los perros. Una piedra en el plato del agua ayuda a fijarlo y proporciona una isla de refugio de grillos que de otra forma morirían ahogados.

¿Y tú que opinas?

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