Año del Bicentenario, de la consolidación de nuestra Independencia, y de la conmemoración de las heroicas batallas de Junín y Ayacucho

Guerra del Pacífico

Guerra del Pacífico

La Guerra del Pacífico, también denominada Guerra del Guano y el Salitre, fue un conflicto armado que enfrentó a Chile contra los aliados Bolivia y Perú, ocurrió entre 1879 y 1883. La guerra se desarrolló en el océano Pacífico, en el desierto de Atacama y en la serranía y valles peruanos. La guerra fue un hito dramático en la historia de América del Sur y es una de las principales guerras de finales del siglo xix, por lo que ha atraído una considerable atención académica.

La Guerra del Pacífico surgió por las disputas sobre el control del territorio que contenía importantes yacimientos ricos en minerales. El inicio exacto de la guerra es un asunto de controversia entre los historiadores, algunos atribuyen el decreto presidencial de Hilarión Daza en Bolivia como una declaración de guerra, y otros atribuyendo a Chile como el primer país en declarar oficialmente la guerra e invadir territorio extranjero. Originalmente, el conflicto era un conflicto entre Chile y Bolivia por un impuesto de 10 centavos por el quintal de salitre exportado en territorio boliviano, pero la controversia sobre la propiedad de la región de Atacama entre Bolivia y Chile fue el suceso que precedió y sentó las bases para las malas relaciones históricas entre ambos países.

Las causas de la guerra del pacifico

  1. Defectuosa delimitación fronteriza, entre las repúblicas de Chile y Bolivia.
  2. Difícil situación económica de las repúblicas de Bolivia y Perú.
  3. Explotación de riquezas por capitales Chilenos, en la zona cuyos límites no estaban bien precisados.
  4. Incumplimiento, por parte de Bolivia del tratado chileno-boliviano de 1874.
  5. Aspiraciones hegemonías de Perú en la región del pacifico sur.
  6. Confiscación de los bienes de las compañías mineras chilenas y remates de las salitreras ordenadas por el presidente de Bolivia general Hilarión Daza.

Chile intenta romper la alianza

Las altas esferas políticas militares chilenas ejecutaron una estrategia diplomática con el objetivo de romper la alianza entre peruanos y bolivianos. Chile se presentó ante Bolivia como el más interesado propulsor del bienestar boliviano. Para ello instó a Bolivia a separarse del Perú y a unirse a Chile para sostener la guerra contra el Perú.

De esta forma, como vencedores, Tacna, Arica y eventualmente Moquegua pasarían a poder de Bolivia, y quedarían para Chile todos los territorios al sur de la quebrada de Camarones (límite entre Arica y Tarapacá). Chile conseguiría, así, legitimar su anexión del territorio litoral boliviano y satisfacer su ambición de apoderarse del rico territorio salitrero de Tarapacá. La oferta fue rechazada por el gobierno boliviano.

Antecedente de la Guerra de Chile contra Perú y Bolivia

En 1879, el Perú se involucró Guerra del Pacífico como un mediador, tratando de ayudar a resolver pacíficamente la disputa entre Bolivia y Chile (aunque se argumenta que el Perú intentó favorecer a Bolivia a costa de Chile). Sin embargo, en 1873 Bolivia y Perú habían firmado un tratado de alianza defensiva, que algunos historiadores consideran como tratado ofensivo y dirigido a Chile, que obligaba a las fuerzas militares de cada nación a acudir en ayuda en el caso que fueron invadidas por otra nación.

Declaración de Guerra: Campañas militares

Cuando Chile invadió el puerto boliviano de Antofagasta el 14 de febrero de 1879, una maniobra militar que se había hecho sin una previa declaración de guerra, Bolivia pidió la activación de su alianza defensiva con el Perú. Sin embargo, la guerra no sería formalmente declarada por ambos lados hasta que Chile, que había recibido un reconocimiento oficial de la alianza defensiva secreta por el gobierno peruano, declaró la guerra el 5 de abril de 1879, el Perú respondió al día siguiente por la que se declara la casus foederis, o la activación del tratado de alianza.

Desarrollo de la guerra del pacifico

Campaña naval

A comienzos de la Guerra del Pacífico era evidente que antes de cualquier operación militar en un terreno tan difícil como el desierto de Atacama, debía ganarse el control de los mares. En esta campaña sólo se enfrentaron las fuerzas navales de Chile y Perú, ya que Bolivia no contaba con una, y si bien el gobierno de este país intentó recurrir al corso para suplirlo, esto no prosperó.

El poder de la escuadra chilena se basaba en las fragatas blindadas gemelas, Cochrane y Blanco Encalada. El resto de la escuadra estaba formada por las siguientes naves de madera: las corbetas Chacabuco, O’Higgins y Esmeralda, la cañonera Magallanes y la goleta Covadonga.

Los buques capitales de la escuadra peruana eran la fragata blindada Independencia y el monitor blindado Huáscar. Completaban la escuadra peruana los monitores fluviales Atahualpa y Manco Cápac, la corbeta de madera Unión y la cañonera de madera Pilcomayo.

El puerto peruano de Iquique fue bloqueado por parte de la armada chilena. En el combate naval de Iquique, el 21 de mayo de 1879, el monitor Huáscar, logró hundir a la corbeta chilena Esmeralda. El mismo día, en el combate naval de Punta Gruesa la fragata Independencia se enfrentó con la goleta Covadonga, la que astutamente dirigida logró que su adversario encallara en Punta Gruesa, en su afán de espolonear a la Covadonga y dónde terminó sufriendo el bombardeo de ésta. El resultado de ese día en Iquique y Punta Gruesa caló hondo en la opinión pública de ambos países. Le dieron una victoria pírrica al Perú: el bloqueo del puerto de Iquique fue levantado y las naves chilenas fueron hundidas o abandonaron el área pero la escuadra peruana perdió a la fragata blindada de 3500 toneladas, la mayor nave de la escuadra de la marina de guerra del Perú, lo que representó un golpe irreparable para ésta.

Pese a su inferioridad técnica, el Huáscar mantuvo en jaque a toda la escuadra chilena durante 6 meses en las que capturó transportes chilenos, cortó algunas vías de comunicación y evitó con su velocidad a los blindados chilenos, incluso en ciertas ocasiones intento torpedearlos pero sin éxito. El punto culminante de las correrías del Huáscar fue la captura del vapor Rímac con el regimiento de caballería Carabineros de Yungay a bordo, el 23 de julio de 1879. Este hecho causó una crisis en el gobierno chileno que provocó la renovación del mando de la armada chilena. La Unión que también participó en estas correrías para hostilizar a las fuerzas chilenas, logró incluso fondear en Punta Arenas el 16 de agosto de 1879, para intentar capturar transportes con armas que debían pasar por ese puerto. Aunque no logró su objetivo, fue una demostración de decisión y capacidad de los marinos peruanos.

Finalmente, el 8 de octubre de 1879 se encontraron los buques peruanos Huáscar y Unión con los buques chilenos Cochrane, Blanco Encalada, Loa y Covadonga en el decisivo combate naval de Angamos donde el monitor Huáscar fue capturado por la armada chilena, a pesar del intento de hundirlo por parte de su tripulación. La corbeta Unión logró escapar. La captura del Huáscar marcó el fin de las esperanzas peruanas en la campaña naval de la Guerra del Pacífico. Pero aún sin sus buques mayores, la marina peruana logró en 1880 hundir con el uso de artefactos explosivos y torpedos la goleta chilena Covadonga, el transporte artillado Loa y la torpedera Janequeo durante el bloqueo que la escuadra chilena había establecido en el Callao, el 10 de abril de ese año. Después de sucesivos combates en ese puerto y con las derrotas del ejército peruano en Chorrillos y Miraflores, ocurridas el 13 y 15 de enero de 1881 respectivamente, la autoridad naval peruana del puerto del Callao ordenó destruir las baterías de costa y los buques que aún le quedaban a la marina peruana, entre ellos la Unión, lo que se efectuó en la madrugada del 17 de enero para evitar que fueran capturados por las fuerzas chilenas. Este hecho puso término a la campaña naval de esta guerra.

Campañas terrestres

Arica e Iquique eran cada uno compartimientos estancos sin acceso expedito por tierra al resto del Perú y desde octubre, sin protección naval. J. Basadre cita la posibilidad de un desembarco chileno cerca de Lima ya en 1879 y señala al historiador chileno Wilhelm Ekdahl que hubiera aconsejado abandonar el sur del Perú y fortalecerse en Lima hasta restablecer el equilibrio naval o encontrar nuevos aliados. Pero, contradice Basadre, hubiese sido tremendo y humillante rendir esas regiones, además de una pérdida económica enorme y por lo demás inútil, pues Chile se interesaba por los ingresos salitreros provenientes de Tarapacá, y su ocupación sin resistencia hubiese significado probablemente el fin de la guerra. El 30 de abril llegaron a Tacna desde La Paz tras 13 días de marcha 4,500 soldados bolivianos bajo las órdenes de Hilarión Daza para unirse a las fuerzas peruanas y bolivianas que ya tenía bajo su mando el general Juan Buendía y tomar el mando del ejército aliado. Las fuerzas aliadas se distribuyeron en torno a los lugares donde se podía esperar un desembarco chileno: Iquique-Pisagua (Buendía) y en Arica-Tacna (Daza). También había refuerzos, en Arequipa al mando de Lizardo Montero y en el sur de Bolivia al mando de Narciso Campero, que debían confluir a la costa una vez conocido el lugar del desembarco. Sin embargo, las fuerzas militares de Montero no fueron movilizados a tiempo y Campero realizó algunos movimientos poco concluyentes por falta de logística.

La guerra terrestre puede ser dividida en tres campañas que sucesivamente llevaron a la ocupación chilena de las regiones de Tarapacá, Arica-Tacna, y Lima y una cuarta, la campaña de la Breña, que desarticuló la última resistencia en la sierra.

Campaña de Tarapacá

El ejército chileno comenzó la invasión del Perú el 2 de noviembre de 1879 con el desembarco de 9,900 hombres y 880 animales en Pisagua, 550 km al norte de Antofagasta, en una de los primeros desembarcos anfibios de la era moderna. Se utilizaron botes de fondo plano especialmente construidos para el desembarco. Tras la neutralización de las baterías costeras por la artillería naval, los atacantes pudieron vencer a las fuerzas bolivianas y peruanas que defendían el puerto. Las fuerzas aliadas intentaron atacar a los chilenos por el sur, Buendia, y por el norte, Daza. Sin embargo, Daza, inexplicablemente, volvió al norte sin entrar en batalla, abandonando a las fuerzas de Buendia a su suerte. En la marcha hacia Iquique, el 19 de noviembre los chilenos derrotaron a los aliados en la batalla de Dolores (o San Francisco) tras la cual Iquique se entregó sin resistencia. En su marcha a Tarapacá, una pequeña ciudad al interior de la región, un destacamento chileno fue derrotado el 27 de noviembre en la batalla de Tarapacá, pero sin refuerzos ni apoyo logístico las fuerzas peruanas se retiraron a Arica.

Tras esta campaña, Perú perdió el control sobre una región que albergaba el 10% de su población y un ingreso anual de ₤ 28 millones por la producción de nitrato. Poco después de conocida la derrota, Prado abandonó el Perú, aparentemente para comprar armas en Europa o los EE.UU. y en Lima Nicolás de Piérola Villena asumió el poder tras un golpe de estado. También el dictador boliviano Daza fue depuesto y reemplazado por Narciso Campero.

Campaña de Tacna y Arica

Inmediatamente después de la batalla de Dolores, Sotomayor, el ministro de guerra en campaña, propuso al gobierno chileno continuar con un desembarco cerca de Lima para acortar la guerra. Pero dentro del gobierno se insistió en la realización de la llamada «política boliviana» que aseguraría la paz futura. Finalmente el gobierno decidió ocupar la región que es la salida natural de Bolivia al océano.

Tras un desembarco de reconocimiento el 31 de diciembre de 1879 cerca de Tacna, 11,000 soldados chilenos fueron desembarcados desde el 26 de febrero de 1880 y durante varios días en Punta Coles, cerca de Ilo, sin ser atacados por los aliados. En la batalla de Los Ángeles, el 22 de marzo, las tropas chilenas derrotaron a la guarnición peruana y cortaron con ello las comunicaciones de Tacna y Arica con Arequipa, es decir el resto del Perú. El 26 de mayo el ejército desembarcado derrotó a las tropas aliadas dirigidas por Campero en la batalla de Tacna (o Del Campo de la Alianza). El 7 de junio las últimas tropas aliadas fueron derrotadas en la batalla de Arica. Tras esta campaña los ejércitos profesionales del Perú y Bolivia dejaron de existir. Perú debió formar un nuevo ejército y Bolivia no continuó su participación militar en la guerra aunque si apoyó al Perú con armas y dinero. Ningún gobierno boliviano aceptó, durante la guerra, las ofertas chilenas de ocupar Tacna y Arica.

Conferencia de paz de Arica

El 22 de octubre de 1880 delegados de los tres países en guerra se reunieron a bordo del barco de guerra norteamericano USS Lackawanna (de 1862), anclado frente a Arica, para una conferencia de paz gestionada por los representantes de los EE.UU. en los países beligerantes. Chile exigió la cesión de las provincias de Antofagasta y Tarapacá, una indemnización de $20 millones de pesos oro, la desmilitarización de Arica, la abrogación del tratado secreto y la devolución del Rímac así como de las propiedades embargadas a los ciudadanos chilenos. Los aliados se negaron a hacer cesiones territoriales y la conferencia fracasó.

Los historiadores han concluido que los gestionadores estadounidenses habían transmitido las exigencias de los beligerantes de una forma diluida, poco realista, para lograr la reunión, pero esto causó decepción en los participantes. El ministro plenipotenciario de EE.UU. en Bolivia Charles Adams había asegurado a los aliados que en caso de no llegar los beligerantes a un acuerdo, los EE.UU. impondrían a Chile un arbitraje favorable a los aliados. Por esa razón para los gobiernos de Campero y Piérola era mejor no entregar los territorios ocupados y dejar a los EE.UU. imponer la paz sin cesión de territorios.

Tras el rechazo de los países de la alianza a aceptar la entrega de Antofagasta y Tarapacá, continuó en Chile el debate sobre el camino a seguir para obtener de los aliados un tratado de paz duradera que reconociera la entrega de Antofagasta y Tarapacá: esperar en Tacna un cambio de opinión en Lima o La Paz u ocupar Lima. Finalmente se decidió que la ocupación de Lima era la única alternativa viable.

Campaña de Lima

Para la campaña de Lima el ejército chileno fue aumentado en 20,000 plazas y llegó a enlistar 41,000 hombres en total, distribuidos desde los fortines de la guerra en la Araucanía, en el sur de Chile, hasta Lurín. El 19 de noviembre de 1880 el ejército expedicionario del norte comenzó a desembarcar en Pisco, Paracas, Lurín (artillería) y Curayaco (22 de diciembre) hasta completar 27,000 soldados, que se concentraron en Lurín, a 36 km al sur de Lima antes de continuar hacia Lima.

Piérola, que inicialmente esperaba un desembarco chileno al norte de Lima, tras los desembarcos entre Pisco y Lurín (al sur de Lima), ordenó preparar dos líneas de defensa sucesivas al sur de Lima: el ejército de línea debía detener la invasión en Chorrillos. En caso de fracasar, una segunda línea de defensa constituida por un ejército de reserva formado por reclutas limeños organizados por gremios, otros traídos de las provincias más los remanentes de la primera línea y la guarnición del Callao, debía derrotar al supuestamente debilitado ejército chileno en Miraflores.

La línea principal era la de Chorrillos de aproximadamente 15 km de largo, compuesta de baterías de artillería, ametralladoras, minas personales, fortificaciones y trincheras para los defensores, ubicadas sobre elevaciones naturales de la zona (280 m en el Morro Solar y Monterrico, 170 m en Sta. Teresa y San Juan) escarpadas y arenosas que van desde Chorrillos por el Morro Solar, Santa Teresa, San Juan, por los cerros de Pamplona hasta Monterrico Chico. Cerca de Santa Teresa y de San Juan pasaban los caminos que iban desde Lurín a Lima y serían por lo tanto importantes objetivos del ataque.

La segunda línea de defensa era menos fuerte y consistía en 7 reductos fortificados pero aislados que cada 800 m debían impedir la entrada de tropas chilenas a la capital.

En el estado mayor chileno existieron dos planes alternativos para vencer las líneas de defensa peruanas establecidas en el plano de la costa. El primero era un ataque frontal. Según Manuel Baquedano, jefe de las fuerzas invasoras, el ataque se haría por terrenos conocidos y caminos amplios sin grandes exigencias a la disciplina y entrenamiento de la tropa, se mantendría un lugar seguro en caso de retirada (la Tablada de Lurín), se contaba con el apoyo de la armada por la izquierda y por último la posibilidad de romper las líneas peruanas por la extensión de estas. El otro plan, de José Francisco Vergara, el nuevo ministro de guerra en campaña de Chile, era un ataque envolvente por la derecha, siguiendo el lecho del río Lurín, por el camino de Manchay hacia el noreste hasta Ate, permitiendo con esto tomar Lima sin disparar un tiro y luego caer por la espalda a las defensas peruanas. Ambos planes tenían ventajas y desventajas. El plan de Vergara evitaba el ataque frontal sangriento del primero, hacia inútiles los atrincheramientos y fuertes peruanos, generaría un efecto moral negativo en los peruanos y cortaba la línea de retirada peruana hacia la sierra, pero perdía el apoyo naval y necesitaba una marcha larga por un terreno angosto de quebradas y desfiladeros susceptibles a sorpresas, un terreno difícil para conducir los bagajes y la artillería de arrastre, marchar en un terreno sin aguada para abastecer al ejército y en caso de derrota se les podía cortar la retirada a Lurín. Finalmente, Baquedano y su estado mayor impusieron el plan de un ataque frontal contra las líneas de defensa peruanas.

Batalla de San Juan y Chorrillos

A las 16:00 horas del 12 de enero de 1881 las tres divisiones chilenas comenzaron a salir por diferentes caminos del campamento de Lurín hacia las defensas de Chorrillos para enfrentar desde las 5:00 horas del día siguiente a los cuerpos del ejército peruano comandados por Iglesias (Morro Solar-Santa Teresa), Cáceres (Santa Teresa-San Juan) y Dávila (San Juan-Monterrico chico). Ante el empuje chileno, las fuerzas peruanas debieron abandonar San Juan y Santa Teresa a las 9:00 horas para reorganizarse, algunos en Chorrillos, otros en Morro Solar, donde Lynch había sido rechazado tempranamente en el intento de desalojar a Iglesias. Con los refuerzos llegados del centro, los chilenos lograron vencer las defensas peruanas del Morro Solar cerca de las 12:00 del día. La batalla continuó en el balneario de Chorrillos donde se atrincheraron en casas y azoteas los peruanos desalojados del Morro Solar, Villa, Santa Teresa y San Juan, apoyados entre otros por un tren blindado enviado desde Lima. A las 14:00 horas los chilenos habían vencido la primera línea de defensa de Piérola.

Batalla de Miraflores

Tras la derrota peruana de Chorrillos se acordó en el Armisticio de San Juan una tregua para fijar condiciones que reestablecieran la paz, pero por causas no aclaradas el 15 de enero se inició la lucha en la segunda línea de defensa, en la batalla de Miraflores que comenzó cuando las fuerzas chilenas aún no se habían concentrado frente a la defensa peruana. Las fuerzas peruanas tampoco lograron contener en ataque chileno y fueron derrotadas. El 17 de enero fueron destruidos los fuertes del Callao y las naves peruanas fueron varadas, incendiadas o hundidas por orden de Germán Astete.

Crítica

La división de las fuerzas peruanas en dos líneas ha sido criticada. El analista militar y escritor Francisco Machuca cita a Napoleón Bonaparte: El general que conserva parte de sus fuerzas para servirse de ellas al día siguiente está perdido. Después de las batallas, hubo saqueos en Chorrillos por algunos destacamentos chilenos y también en Lima por soldados peruanos dispersos.

Las batallas de Chorrillos y Miraflores han sido las mayores batallas en la historia de América del Sur, en consideración al número de combatientes: 45,000 en Chorrillos y 25,000 en Miraflores. Se estima el número de soldados muertos entre 11,000 y 14,500 y los heridos en 10,144.

Ocupación de Lima

La ocupación de Lima por el ejército chileno se inicia el 17 de enero de 1881 y duraría hasta 1883. Se restableció el orden en la ciudad, en las zonas de ocupación, y se reiniciaron las actividades. Tras el general Baquedano, asumieron el coronel Cornelio Saavedra y luego el coronel Pedro Lagos como jefes del ejército de ocupación. Por último, el contraalmirante Patricio Lynch quedó a cargo de la plaza hasta el final de la guerra.

Campaña de la Breña

La resistencia peruana basada en una guerra de guerrillas fue organizada principalmente por Andrés Avelino Cáceres y comprendía la región de Cajamarca (norte), Arequipa (sur) y la sierra central (desde Cerro de Pasco a Ayacucho). Aunque también existieron diferentes fracciones peruanas que lucharon contra los chilenos, a favor de ellos y a veces entre las mismas fracciones. La breña de los Andes Centrales presenta una topografía adecuada para las guerrillas, y además existían elementos humanos, aunque sin entrenamiento y con escaso armamento para una lucha prolongada. Para el ejército ocupante, la región era insalubre (piques y disentería), desconocida, de difícil acceso y el suministro debía hacerse por el largo y peligroso camino a Lima, comprarlo a elevados precios a los lugareños o requisarlo, lo que provocaba aún más la resistencia peruana.

También el factor información jugaba en contra de las tropas chilenas: mientras Cáceres era informado por la población de cualquier movimiento, número o siquiera intención de los chilenos, estos a menudo no sabían que dirección seguir en la persecución de las guerrillas. El ferrocarril desde Lima llegaba solamente hasta Chicla. La guerrilla obligaba a los invasores a dispersar sus fuerzas, volviéndolas vulnerables a ataques en masa de estas fuerzas irregulares. Las ciudades y poblados de la región eran ocupados y desocupados por los rebeldes según hubiese o no fuerzas militares chilenas en ellas evitando así un combate frontal entre ejércitos regulares. De hecho la primera batalla de Pucará y la batalla final en Huamachuco fueron los únicos enfrentamientos dirigidos por Cáceres, desde la creación de su ejército. Combates, escaramuzas, persecuciones y emboscadas fueron la norma de enfrentamiento.

Fase final de la guerra

Tratado de Ancón y Guerra Civil Peruana

El Tratado de Ancón, se firmó el 20 de octubre de 1883 y posteriormente la Asamblea Constituyente aprobó el Tratado. El 23 de octubre de 1883 Lynch se retiró y Miguel Iglesias ocupó Lima, para asumir el gobierno del Perú. El 4 de agosto de 1884 las últimas fuerzas expedicionarias chilenas abandonaron el puerto del Callao. Tacna permanecería ocupada hasta 1929.

La base de la resistencia de Cáceres, que había sido hasta entonces la rebelión de campesinos e indígenas contra los chilenos, había cambiado y las montoneras luchaban ahora contra «los blancos», chilenos o peruanos. En junio de 1884 Cáceres aceptó el Tratado de Ancón, como un hecho consumado.

Florencia Mallon considera que las verdaderas razones de Cáceres eran que:

Mucho antes que la guerra civil terminara, Cáceres se convenció que para construir una alianza que lo llevara al palacio presidencial, él tenía que aunar fuerzas con los hacendados como clase, incluidos aquellos que habían trabajado con los chilenos. La única manera de hacerlo era dando a los hacendados lo que ellos pedían y reprimir a las guerrillas que habían hecho posible la campaña de la Breña

Después de la guerra, las diferencias entre Cáceres e Iglesias dieron origen a una guerra civil entre los partidarios de ambos líderes, que finalizó en 1885 con el triunfo del primero.

Pacto de tregua entre Bolivia y Chile

Bolivia desde su retirada de la guerra había tomado una actitud expectativa, pero tras el acuerdo Perú-Chile de 1883 (Tratado de Ancón) y la movilización de tropas chilenas a su frontera, firmó en 1884 un pacto de tregua, por el cual, entre otros, aceptó la ocupación de Antofagasta por Chile y puso fin a las hostilidades, que solo podrían ser reanudadas con un aviso de un año de anticipación.

Consecuencias de la guerra

La Guerra del Pacífico tuvo consecuencias diferentes entre los beligerantes, hubo cesiones de territorios definitiva y temporalmente, así como produjo el acceso de nuevos recursos naturales. Chile, tras su victoria, tomó posesión no sólo de una importante extensión territorial, sino también de enormes depósitos salitreros, guaneros y cupríferos. El salitre fue la principal fuente de riqueza de Chile hasta el descubrimiento del salitre sintético por los alemanes, durante la Primera Guerra Mundial.

La Guerra del Pacífico concluyó oficialmente el 20 de octubre de 1883 con la firma del Tratado de Ancón, mediante el cual la región de Tarapacá fue cedida a Chile y las provincias de Arica y Tacna quedaron bajo administración chilena por un lapso de 10 años, al cabo del cual un plebiscito decidiría si quedaban bajo soberanía de Chile, o si volvían al Perú. El plebiscito previsto en el Tratado de Ancón nunca se llevó a cabo y no fue hasta 1929 que se firmó un tratado por el cual se resolvió ese aspecto pendiente.

A su vez, Bolivia desde su retirada de la guerra había tomado una actitud expectativa, pero tras la firma del Tratado de Ancón, suscribió con Chile un pacto de tregua indefinida, por el cual le cedió Antofagasta y suspendió las hostilidades. Veinte años más tarde, ambos países firmarían un tratado de paz.

En 1883, Chile quedó en posesión de la Puna de Atacama de 75 000 km², que hasta entonces había pertenecido a Bolivia y la consideró bajo su soberanía después del pacto de tregua de 1884. No obstante ello, el dominio sobre dicho territorio dio origen a una disputa de límites entre Chile, Bolivia y Argentina, la cual se resolvió en 1899, tras diversos tratados, mediante un arbitraje estadounidense que resolvió que una pequeña parte de la Puna de Atacama quedó para Chile y el resto para Argentina.

Postguerra

Tratado de paz entre Chile y Bolivia

La paz definitiva entre Chile y Bolivia fue sellada con un tratado suscrito en 1904, por el cual Bolivia definitivamente reconoce la permanente soberanía chilena sobre el territorio de Antofagasta. Chile, a su vez, garantizó libre tránsito de bienes bolivianos, exentos de impuestos, entre los puertos chilenos y Bolivia, además de la construcción del Ferrocarril Arica-La Paz.

Sin embargo, el tratado de paz entre ambas naciones ha sido origen constante de tensiones diplomáticas entre Chile y Bolivia, durante el siglo xx y comienzos del siglo xxi, debido a que Bolivia perdió el acceso soberano al océano Pacífico.

Tratado de Lima

La guerra entre Perú y Chile concluyó con la firma del Tratado de Ancón, mediante el cual la región de Tarapacá fue cedida a Chile y las provincias de Arica y Tacna quedaron bajo administración chilena por un lapso de 10 años, al cabo del cual un plebiscito decidiría si quedaban bajo soberanía de Chile, o si volvían al Perú.

Sin embargo, este nunca pudo llevarse a cabo y no fue hasta 1929 que se firmó el Tratado de Lima, que contó con la mediación de Estados Unidos, que decidió que gran parte de la provincia de Tacna fuese devuelta al Perú mientras que Arica y el resto quedara definitivamente en manos de Chile.

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