Leptospirosis canina
La leptospirosis es una enfermedad causada por bacterias espiroquetas del género Leptospira. Afecta principalmente al hígado y a los riñones.
Estas bacterias pueden infectar a varias especies animales además del perro. Muchos animales silvestres son portadores comunes de Leptospira. La enfermedad es zoonótica, ya que las bacterias pueden transmitirse también al ser humano y enfermarlo.
Resumen
Síntomas
La mayoría de los perros portadores de estas bacterias no presentan síntomas y viven tranquilos sin desarrollar la enfermedad. Sin embargo, los que desarrollan la enfermedad presentan uno o más de los siguientes síntomas clínicos:
- Fiebre.
- Letargo y debilidad.
- Pérdida de apetito.
- Temblores.
- Vómitos.
- Sangrado de nariz.
- Intolerancia al ejercicio.
- Tos.
- Baja actividad física.
- Dificultad para respirar o respiración rápida.
- Dolor de espalda.
- Orinar grandes cantidades o con mucha frecuencia.
- Deshidratación.
- Membranas mucosas muy enrojecidas.
- Sangre en la orina.
En casos poco frecuentes, los perros mueren rápidamente poco tiempo después de presentar síntomas o incluso sin haberlos presentado.
Causas y factores de riesgo
Los agentes causantes de la leptospirosis son las bacterias del género Leptospira. Los serovares (o cepas) más comunes en el perro son L. canicola y L. icterohaemorrhagiae, pero también existen otros que pueden infectar a nuestros mejores amigos.
El contagio se produce principalmente a través de la orina de animales infectados, pero también puede producirse mediante otros fluidos corporales. Los perros suelen infectarse cuando toman agua contaminada o ingieren hierbas o tierra contaminada con orina de animales enfermos. Los perros de caza y otros que frecuentan el campo también se pueden infectar cuando caminan sobre charcas o nadan en agua contaminada por las bacterias.
Aunque esta enfermedad está distribuida por todo el mundo, es mucho más frecuente en zonas con climas tropicales, ya que estas bacterias se desarrollan mejor en ambientes cálidos y húmedos. En esas condiciones pueden sobrevivir por mucho tiempo en cuerpos de agua y otros ambientes favorables.
Los climas fríos y secos no son favorables para el desarrollo de Leptospira, por lo que la enfermedad es mucho menos frecuente en zonas frías y secas.
Los perros que viven en áreas donde hay mucha vida silvestre (mapaches, ardillas, etc.) tienen más probabilidad de contagiarse de leptospirosis. De igual manera los que viven en ciudades muy pobladas en las que hay grandes poblaciones de ratas y ratones.
Diagnóstico
El diagnóstico de la infección suele ser difícil, ya que la mayoría de los perros infectados no presenta síntomas. Normalmente, éste se basa en la historia del perro, el examen físico y análisis de sangre y orina.
Para detectar la leptospirosis se lleva a cabo un análisis conocido como test de aglutinación microscópica. Este análisis permite detectar anticuerpos contra las bacterias del género Leptospira en la sangre del perro.
Tratamiento
El tratamiento consiste en la administración de antibióticos, normalmente penicilina por vía oral, para matar a las bacterias. La dosis y la duración del tratamiento deben ser indicadas por el veterinario.
En muchos casos es necesario hospitalizar al perro por unos días para administrarle suero y ayudar a regular las concentraciones de electrólitos en su cuerpo.
Los perros que han sufrido daño renal o hepático por causa de la enfermedad necesitarán tratamiento adicional para detener dicho daño y recuperar la función de esos órganos en la medida de lo posible.
Los propietarios de perros afectados por esta enfermedad tienen que evitar entrar en contacto con fluidos corporales de sus mascotas hasta que el tratamiento haya terminado exitosamente, ya que la leptospirosis se puede transmitir con mucha facilidad al humano.
Prevención
La prevención de la leptospirosis consiste principalmente en evitar que los perros deambulen por zonas de riesgo, como áreas con charcas, pasturas irrigadas y áreas lodosas. Lastimosamente, en algunos lugares esto es más fácil decirlo que hacerlo.
También existen vacunas preventivas contra la leptospirosis canina. Sin embargo, su administración depende en gran medida del lugar en que viva el perro y el consenso veterinario en dicho lugar, ya que algunos veterinarios consideran que estas vacunas no son imprescindibles y evitan ponerlas a perros en zonas de bajo riesgo.
En todo caso, en muchos países la vacunación contra la leptospirosis canina es rutinaria.